
La gran seducción (The Great Seducion) es la película más sencilla del mundo. Su objetivo es claro, transparente, su guion es fácil de adivinar y cada uno de los elementos de humor y emoción están ubicados como si se tratara de un manual para congraciarse con los espectadores. Esto, en sí mismo, no es un defecto, pero sí marca qué clase de largometraje es. Tan fácil es su conexión con el público y tan evidente es esa búsqueda, que el título es la quinta versión de un mismo guion.
Primero fue una película canadiense del mismo nombre realizada en el año 2003 y hablada en francés. En Canadá, pero hablada en inglés, se hizo una nueva versión en el año 2013, protagonizada por Brendan Gleeson y Taylor Kitsch. Le siguió una adaptación francesa titulada Un village presque parfait (2014) y una italiana, Un paese quasi perfetto (2016). Lo que se dice una historia universal.

Santa María del Mar es una pequeña isla pesquera de México que ha ido perdiendo a sus habitantes debido a la pobreza y la falta de oportunidades. Pero una empacadora de pescado de la ciudad más cercana está interesada en instalarse en la isla y esa perspectiva es la gran esperanza de los habitantes de Santa María. El único requisito que piden para dicha instalación es que la ciudad tenga un médico que resida en la isla. ¿Qué doctor querría mudarse a una isla con esas características? Allí Germán, el líder del lugar, deberá armar un plan para seducir a un médico, no importa cuánto haya que mentir para conquistarlo.
El único médico que accede a ir tan sólo por un mes de prueba es Mateo, que por un traspié laboral es obligado por su superior a que haga esos 30 días en Santa María. Los habitantes del lugar buscarán entonces toda la información sobre el doctor, para que al llegar a la isla este se encuentre a gusto y con todas las cosas que le gustan. Por supuesto, el plan es delirante y los recursos de los lugareños son el puntapié inicial para una comedia que combina el costumbrismo y el absurdo por partes iguales. No será fácil, porque Mateo es un doctor con aspiraciones de ascenso y gustos bien urbanos, incluso tiene una novia en la ciudad, otro elemento más que hace difícil que se sume a la pequeña población.
La gran seducción ofrece una serie de personajes pintorescos y graciosos, pícaros que creen que un objetivo noble los autoriza a una serie de mentiras piadosas. Algunos son más honestos que otros y sufren con el engaño, aunque entienden su objetivo. No hay en ningún momento de toda la película la más mínima angustia o inquietud. Todo es tan perfectamente previsible que el espectador podría escribir en un papel el final de la película luego de las primeras dos escenas y no existiría la más remota posibilidad de que se equivoque. Aunque esto puede ser un defecto muchas veces, en otros casos ofrece una paz mental no tan sencilla de conseguir.
Con algo de emoción y mucho humor, cumple su propósito. Puedes verla en Netflix.