La fama de Corea del Sur como meca de la cirugía estética no es gratuita. En 2014, se reportaba como uno de los países con la mayor tasa de operaciones cosméticas per cápita y aún ahora existe una indiscutible presión social por la perfección en la apariencia física. Desde que era niña, Kim Mo Mi comenzó a creer que la belleza era un privilegio arrebatado de sus manos. Aunque su alma vibraba por la música y ansiaba convertirse en una estrella que todos amaran, diversas figuras en su vida le recordaban que “solo los más atractivos triunfan en el mundo de los reflectores”. Años después, confinada a trabajar en una oficina como cualquiera de los mortales, la joven encontró una vía para sentirse adorada al adoptar, por las noches, la identidad de Mask Girl.
Netflix, una casa habitual para las producciones coreanas, presenta así a La chica enmascarada, una serie cuyo tono está más cerca de la crudeza propia de El juego del calamar que de los idílicos k-dramas de romance que abundan en la plataforma. Con ese detalle sobre la mesa, uno debe prepararse para una exposición dura de los efectos del lookism, la actitud sesgada hacia las personas que no cumplen con el canon estético de la sociedad.
El director Kim Yong Hoon traslada el tono y la estrategia multi-narrativa de su aclamado film Beasts Clawing at Straws (2020) para adaptar a la pantalla chica el webtoon homónimo creado por Maemi. Así, mientras avanza la historia, el narrador cambia para develar piezas del complejo rompecabezas construido por las decisiones de Mo Mi y las circunstancias que la llevaron tener tres nombres.
Como Mask Girl, la joven disfruta la atención que generan sus seductores bailes frente a una cámara web. La streamer oculta su cara, pero explota las curvas de su silueta. Uno de los fanáticos que encuentra diversión en sus transmisiones es Ju Oh Nam (Ahn Jae Hong). Cuando la obsesión de este hombre llega a un punto álgido, la tormenta que vivía Kim Mo Mi se convierte en un huracán que devasta todo y la obliga a iniciar la segunda fase de su vida.
El atractivo de la serie está en sus giros inesperados, motivo por el que es mejor ver La chica enmascarada sin mucha investigación previa, salvo la advertencia necesaria por escenas sexuales y violencia gráfica. Pero —además de los plot twist— otro elemento que hace brillar al proyecto es la calidad interpretativa del reparto. Tres actrices dan vida a Kim Mo Mi ya sea como Mask Girl, la modelo Ah-Reum o la prisionera 1047. Lee Han Byeol, Nana y Go Hyun Jung logran cohesión y, a la vez, desarrollo del personaje tras enfrentarse a extremas circunstancias.
Yeom Hye Ran, quien ha regalado interpretaciones inolvidables en La gloria y A la caza de espíritus malignos, vuelve a probar sus años de experiencia con uno de los roles clave en este cuento oscuro. En la piel de Kim Kyung Ja, la madre de Ju Oh Nam, la mujer invoca a las fuerzas celestiales para iniciar una búsqueda implacable por su hijo. Tras enterarse de que una tal Mask Girl podría estar involucrada en su desaparición, Kim está dispuesta a olvidar el quinto mandamiento y ejecutar justicia con sus propias manos.
Como se indica más arriba, este thriller no es ajeno a la crítica social; aunque, debido a la abundancia de temas, el rumbo parece nublarse por algunos momentos. El trabajo de Kim Yong Hoon crea momentos de intriga y reflexión, y encontrará su público entre los aficionados a las historias de crimen. Una vez asimilado el espanto del capítulo más perturbador, es casi imposible dejar irresoluto el futuro de la protagonista y sus máscaras.
Todos los episodios de La chica enmascarada se pueden ver a partir del 18 de agosto en Netflix.
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