En Moby Dick, el capitán Ahab va en la búsqueda de una gran ballena para cazarla, pero en Megalodón 2: el gran abismo (Meg 2: The Trench), Jonas (Jason Statham) se ve forzado a huir de un tiburón gigante mientras intenta sobrevivir tanto dentro como fuera del mar. Si llamamos ridícula a una trama en la que un hombre se enfrenta a un coloso animal marino, estaríamos también insultando la premisa de la icónica novela de Herman Melville, y a la vez, gritando una gran verdad sobre la nueva película de Ben Wheatley. Sin embargo, los últimos años nos han demostrado que, en cuanto al cine se trata, la ridiculez muchas veces puede ser sinónimo de popularidad y de una jugosa taquilla.
Pero la secuela de Megalodón —basada en el libro Meg: la fosa (1999) de Steve Alten— no recoge nada de lo enciclopédico de la famosa obra de Melville, sino que apuesta directamente por regalar una cadena de secuencias de acción en las que Statham no solo se enfrenta a uno, sino a tres megalodones, a los que se suman un kraken que aparece de la nada y una horda de bichos jurásicos que parecen una mala referencia a Parque jurásico (Jurassic Park).
De tal manera, con todos esos elementos puestos sobre la mesa, solo hay dos caminos claros en los que la audiencia se va a dividir: los que la considerarán una odisea de acción marítima llena de momentos espectaculares o los que a simplemente les parecerá un chiste de mal gusto en el que un hombre puede salvarse infinitas veces de la muerte frente a un titán con aletas. Desde aquí estamos... en el medio de ambas.
Jason Statham, lo mejor de la película
Hablemos de lo positivo de Megalodón 2: el gran abismo. Lo primero es, sin dudas, Jason Statham, un hombre que definitivamente es uno de esos actores nacidos para la acción. El transportador (2002) y Crank (2006) lo abalan como un actor que no decepciona cuando se trata de secuencias de combate, persecuciones, balaceras, etc. En este film, su personaje está muchas veces al borde de la muerte, pero logra escapar siempre por un pelo. A eso súmenle que lo hace mientras cuida todo el tiempo la vida de su curiosa hijastra Meiying.
Más allá de toda la adrenalina acuática, también hay un mensaje ecologista sobre las especies y su inevitable naturaleza. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con ello se queda muy por debajo de toda la trama y no se profundiza. Simplemente está ahí y listo, no hay una invitación a una reflexión, porque lo que predomina son los enormes colmillos de los megalodones y las demás criaturas que aparecen a lo largo de la película. Y seamos honestos, nadie va a ir a ver esta película para crearse conciencia sobre la naturaleza.
En cuanto a lo negativo, hay varias cosas que se pueden decir, pero todo se resumen en que la película no va a profundizar en sus personajes y los datos personales que va a dar son simplemente para adornar el relato. No bromeamos cuando decimos que esta película va a centrarse en la acción y en los personajes yendo de punto A hacia punto B esquivando y siendo devorados. Los secundarios casi que ni tienen utilidad para el desarrollo de la historia y el villano es tan intrascendente como vencible.
4DX, una buena excusa para “Megalodón”
Ahora, hay una manera diferente de ver Megalodón y que si está disponible en tu país es definitivamente una opción recomendada. Desde aquí tuvimos la suerte de poder ver esta película en la sala 4DX de Cinépolis, en donde según lo que aparezca en pantalla, te va a salpicar agua en el rostro, soplar aire por la cara, sentir golpes por la espalda y ser sacudido hacia todos lados por el asiento.
Este formato lo cambia todo, pues es básicamente como estar en una montaña rusa, pero inmersiva. Algo que a los más cinéfilos y respetuosos del cine podría parecerles una tontería, pero que a los que buscan una experiencia más interactiva les va a encantar. Eso sí, para los que decidan apuntarse, será bueno llevar algo con lo que secarse la cara e ir bien abrigados para no congelarse.
Por todo lo demás, Megalodón 2: el gran abismo es una película entretenida, pero definitivamente no para tomársela enserio.
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