Cómo se convirtieron en líderes de sectas (How to Become a Cult Leader) es una serie documental que continúa lo iniciado con Cómo se convirtieron en tiranos. Ambas temporadas incluyen una mirada general sobre temas controversiales pero lo hacen con un tono ligero y dinámico, apoyado por la narración del actor de Game of Thrones, Peter Dinklage. En seis episodios se retrata a los líderes de sectas en general, pero se eligen seis casos en particular: Charles Manson, Jim Jones, Jaimie Gomez, Marshall Applewhite, Shoko Asahara y Sun Myung Moon. Las dimensiones y estilos de sus sectas proporcionan un material gigantesco que el documental apenas si logra mostrar. Se prioriza el ritmo alocado y simplista antes que el análisis del muy rico material que se tiene delante.
Quienes hayan visto Cómo se convirtieron en tiranos saben que el título original es distinto, tanto que anuncia la forma en la cual se van a contar las historias. Una traducción más fiel hubiera sido “Cómo convertirse en el líder de una secta” porque la voz en off nos va mostrando de forma didáctica los pasos para llegar a ser un líder de secta. Lo hace con humor e ironía, pero toda la narración se estructura a partir del discurso de un manual, no de un análisis histórico. La traducción nos promete algo que la producción ni siquiera intenta.
Cómo se convirtieron en tiranos hablaba de personajes históricos más conocidos y de manuales de dictaduras de todos los orígenes, pero con las sectas es más complicado, ya que aunque nos suenen algunos de los nombres, la mitad son total y absolutamente desconocidos para casi todos los espectadores. Se necesitaba saber más sobre cada personaje y no el salto urgente, casi de redes sociales, con el que se sobrevuela cada una de las terribles historias que se nos cuentan.
Cada uno de los episodios de media hora condensa lo que podría haber sido un largometraje o una docuserie corta. Es necesario decirlo, menos a veces puede ser más, pero en este caso definitivamente es menos. Necesitamos más información contada de forma más clara.
El material de archivo es una vergüenza. Si algo ha caracterizado al documental en Estados Unidos es justamente la inagotable fuente de material visual disponible. Podríamos citar a Ken Burns como el ejemplo perfecto, pero cualquier documental televisivo hoy ofrece mejor investigación que la de Cómo se convirtieron en líderes de sectas. Es una estafa visual la forma en la que no tienen archivo para respaldar la historia y las reconstrucciones con dibujos animados para explicar lo que pasó.
Pero el problema insalvable de esta serie es su absoluta falta de rigor con las reglas mínimas de la ética del documental. Utiliza imágenes que no tienen vínculo con los personajes elegidos y su único fin es producir un efecto cómico. Esto no funciona para los temas más livianos, mucho menos para hablar de sectas donde hubo todo tipo de violaciones a los derechos humanos, asesinatos y suicidios en masa.
El tono gracioso es una elección polémica que suele ser utilizada para los documentales de propaganda, no los de denuncia. En su afán de ser cómico, Cómo se convirtieron en líderes de sectas pierde su única esperanza de ser un trabajo serio o al menos interesante. Un retroceso con respecto a la serie documental previa y una invitación a alejarse de la próxima que asome en esta saga efímera y sin relevancia.
Los seis episodios están disponibles para ver en el catálogo de Netflix.
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