Babylon (2022) escrita y dirigida por Damien Chazelle, el mismo director de Whiplash (2014) y La La Land (2016) es una película que transcurre en el momento en el cual la industria de Hollywood pasa del cine silente al cine sonoro. No es sólo un cambio técnico, sino un cambio de organización, de Star System, de estética y finalmente de códigos morales. Se trata de un ambicioso relato dramático que sigue la carrera de un grupo de figuras que cruzan sus vidas en ese período bisagra lleno de material para contar historias.
Desde el comienzo y hasta el final, el film de Chazelle conversa, homenajea y discute con Cantando bajo la lluvia (Singin’ in the Rain, 1952). Una apuesta llena de riesgo, ya que nos recuerda todo el tiempo la diferencia entre una obra maestra inmortal y una película sin rumbo claro. Cantando bajo la lluvia es un musical producido por Arthur Freed para MGM, dirigido por Stanley Donen y Gene Kelly, y protagonizado por Kelly, Donald O´Connor y Debbie Reynolds. El espectador no cinéfilo tal vez no entienda el problema para Babylon esta comparación entre ambos títulos. No podría haber dos producciones más opuestas en su mirada sobre el cine.
Los personajes principales se presentan en la fiesta con la que arranca el largometraje. Una orgía que incluye un elefante, el asesinato de una menor y una cantidad de drogas, sexo y alcohol completamente desaforada. Dicho bacanal empieza después de ver el ano de un elefante defecando, lo que ya anuncia el exceso de planos inútiles que la obra de Chazelle posee. Y es, en parte, esa inutilidad lo que provoca que dure más de tres horas. Por suerte, no se trata de una trama aburrida, sino principalmente de una sin dirección fija.
Los protagonistas son Manny Torres (Diego Calva) un joven mexicano que sueña con ser parte del cine; Nelly LaRoy (Margot Robbie), una aspirante a estrella que gracias a Manny logra colarse en la fiesta; Jack Conrad (Brad Pitt), la estrella más grande del cine en ese momento; Sidney Palmer (Jovan Adepo), un músico de jazz que trabaja en la orquesta de la fiesta, aunque su exigencia musical es muy superior; Elinor St. John (Jean Smart), una periodista de chismes hollywoodenses que sigue la pista de todos; y Lady Fay Zhu (Li Jun Li), una cantante de cabaret lesbiana que trabaja para los estudios.
Los seis personajes se van cruzando, aunque los verdaderos tres protagonistas son Manny, Nelly y Jack. Elinor tiene el poder de reflexionar sobre todo ese mundo, y los personajes de Sidney y Lady Fay parecen más un apunte social que cinematográfico. En cuanto Babylon muestra su conexión con el presente, su fuerza se va apagando. No habla del Hollywood clásico, habla de los enojos del director con la industria actual.
Tiene cientos de detalles y citas, desde películas concretas y nombres reales, hasta detalles históricos y referencias más sutiles y complejas. Desde Fatty Arbuckle a Anna May Wong, pasando por mil pequeñas perlas. También se adivina una influencia de la novela El gran Gatsby, para seguir sumando las marcas de otras obras. Los que no conozcan de cine se perderán casi todo esto. La única diversión que ofrece es la reconstrucción del período en el cual el descontrol de Hollywood alcanzó su punto más alto, para luego ceder y mutar con el nacimiento de las producciones sonoras y la llegada de la censura.
Damien Chazelle tiene mucha ambición. Su idea de la puesta en escena y un montaje que juega al ritmo de la música produce varias escenas impactantes, aunque en gran parte sin demasiado sentido. Irónicamente, son las escenas más sobrias las que mejor funcionan y, al menos, no dan la sensación de estar sobrando. Pasan muchas cosas en Babylon y hay situaciones de variado tono, empezando por la comedia para pasar poco a poco a un relato más oscuro. La tragedia se anuncia desde el comienzo, pero lo que no es fácil de establecer es qué desea decir el director sobre todo lo que muestra. El film parece ser el relato de alguien que desprecia el cine, no alguien que lo ama.
El personaje de Sidney es el más cercano a los temas del director, este trompetista no tiene razón de ser en el metraje, salvo denunciar su racismo, aunque al final entendemos por qué el director lo puso. Se supone que representa la dignidad artística dentro del caos de Hollywood, un tópico propio de Chazelle. Algo como lo que le pasaba al protagonista de La La Land. El cineasta parece tener más ganas de trabajar en un pequeño club de jazz que de dirigir películas. No lo juzgamos por eso, en definitiva es su punto de vista sobre el arte. Como algo positivo, podemos disfrutar del trabajo de dos estrellas carismáticas como Margot Robbie y Brad Pitt. Hace poco ellos fueron los protagonistas de una verdadera película enamorada del cine: Había una vez en… Hollywood (2019), de Quentin Tarantino.
Babylon está disponible para ver en Paramount+ y Star+.
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