Cuando se estrenó Bird Box: a ciegas (2018), el éxito en Netflix fue instantáneo. Con una premisa muy sencilla y con la siempre taquillera Sandra Bullock, esta fantasía posapocalíptica era una de esas propuestas irresistibles para el espectador. Pero ser un fenómeno no significa que haya gustado tanto, simplemente indica que los espectadores eligieron seguir los pasos de una actriz muy querida. Aquel título evocaba otros anteriores como El fin de los tiempos (2008) y Un lugar en silencio (2018), pero no llegaba nunca a sostener la potencia de la premisa original.
Esa fuerza invisible que aparecía en la película con Bullock es la misma que arrasa en las calles de Barcelona en Bird Box Barcelona. No se sabe qué es y el espectador no la ve, pero las personas al hacer contacto visual sienten el deseo irrefrenable de quitarse la vida. Por ese motivo los sobrevivientes que están al aire libre deben moverse con los ojos vendados o tapados de diferentes maneras. Como ciegos, deambulan por las calles de una ciudad destruida tratando de hallar elementos para subsistir y evitando que esa fuerza mortal se cruce con ellos o que otras personas les quiten lo obtenido.
Ahora el protagonista es Sebastián (Mario Casas) y su pequeña hija Anna (Alejandra Howard), quienes van por la ciudad luchando por sobrevivir. Desde el inicio se nota que el largometraje va a ir en otra dirección al título anterior. Empieza casi con la certeza de que los espectadores saben de qué se trata, más allá de que la voz en off de varios noticieros actualiza la premisa del film del 2018.
No es un spin-off tímido, eso hay que aclararlo. Pero cada paso que da en busca de algo nuevo la vuelve menos efectiva e interesante. Su mayor fuerza está dada por un par de grandes momentos de acción, en particular una gran escena con un micro en la primera parte de la narración. Los efectos son bastante baratos y funciona mejor lo realizado en rodaje que lo hecho en posproducción. El elenco, formado por actores de varios países, mayormente hispanohablantes, es también bastante desparejo y, a diferencia de Bird Box, hace mucho ruido la diversidad. No se puede anticipar nada de la trama porque sería arruinar las sorpresas, pero estas dejan mucho que desear, más allá de algunos buenos momentos de alto impacto.
Todo indica que la idea es extender el universo de Bird Box. Netflix podría, si lo desea y el éxito acompaña, realizar una tercera o incluso más producciones en diferentes partes del mundo. Aunque no hay combinación de personajes entre las primeras dos películas, en el futuro podrían darse estos cruces. El final de Bird Box Barcelona está claramente pensado para seguir adelante. Pese a que la fórmula parecía agotada en la historia inicial, siempre hay lugar para exprimir un poco más una idea.
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