Black Mirror es una serie de culto que los espectadores han seguido con pasión a lo largo de seis temporadas. En el caso de la recién estrenada, hay un episodio que generó un revuelo diferente al resto. Se habló mucho del episodio uno de la sexta temporada, “Joan es horrible”, seguramente por sus estrellas y por ser el que todos ven antes de abandonar o seguir con la serie. Pero la peor suerte y el mejor marketing lo ha tenido el episodio cuatro, “Mazey Day”, protagonizado por Zazie Beetz. Los fans pusieron el grito en el cielo y todos le cayeron encima. ¿Es tan malo como dicen o, en realidad, se trata de un malentendido y es el mejor de todos los episodios?
La protagonista del episodio es una paparazzi llamada Bo (Beetz) que, en su afán de vender la foto más comprometedora -y por lo tanto mejor pagada-, termina exponiendo a una joven celebridad que se suicida frente al escándalo. No del todo recuperada de la culpa y con poco dinero en el bolsillo, cree que su carrera como fotógrafa de estrellas ha terminado. Hasta que un colega llega con un desafío irresistible: 30,000 dólares por una foto de Mazey Day (Clara Rugaard), una actriz que ha abandonado un rodaje y se refugia en la casa de un productor. Mazey, habiendo consumido drogas y alcohol, ha atropellado a un hombre y huido del lugar. Conseguir una foto de ella se convierte en una tarea complicada, pero con una ganancia fuera de lo común.
La historia transcurre en el año 2006, con un avance de la tecnología que ya había cambiado el trabajo de los paparazzi, pero todavía lejos de lo que se vive hoy. Contrario a lo que muchos creen, el episodio sí tiene elementos vinculados con el uso irresponsable, egoísta y perverso de dichas tecnologías. Sin lo que hoy ofrecen las redes hoy en día, la exposición en aquel momento iba en aumento y las consecuencias que esto traían eran más difíciles de controlar de lo que lo habían sido en el pasado.
Pero el episodio tiene una vuelta de tuerca que hace volar el tablero por los aires y que justamente es el origen de toda la polémica. Los espectadores que siguen Black Mirror lo hacen pensando siempre en la tecnología como elemento unificador de los episodios, pero aquí eso da un paso al costado para sorprender con algo diferente.
¿Pero es “Mazey Day” una traición a Black Mirror? No del todo, ya que la idea del registro fotográfico cada vez más omnipresente comenzaba a crecer en el año 2006 y hoy prácticamente cualquier ser humano se ha convertido en un paparazzi. La privacidad ha desaparecido y el pudor y respeto por la intimidad también tienden a hacerlo. Charlie Brooker, el creador de la serie, dijo que quería insistir en que el problema no es la tecnología, sino la debilidad humana que lleva a las acciones siniestras y destructivas que esta temporada y este episodio exponen.
Pero las series tienden a evolucionar y este episodio es el anuncio de un cambio. En general, estas ficciones de antología suelen mezclar ciencia ficción con terror, llevando todo hacia un género más abarcador denominado fantástico. Con la tecnología aún presente, “Mazey Day” incluye un homenaje y, a la vez, una recreación de clásicos del cine de terror de comienzo de la década de los 80.
Se puede ver la mano de John Landis en el momento en el cual se hace el enorme descubrimiento y también la de Joe Dante en cierta desesperanza con respecto al futuro. Ambos directores marcaron el terror con películas que los mostraron en lugares distintos a los que ellos mismos mostrarían de allí en más. También arriesgaron, al igual que “Mazey Day”, y con el tiempo fueron valorados.
Este episodio de Black Mirror, no por nada el más corto y mejor contado, sacudió un poco el estancamiento de la serie y desafió sus convenciones. Ya le llegará su justa reivindicación.
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