Una vida maravillosa (A Beautiful Life) es un drama romántico lleno de canciones que se ha convertido en un éxito instantáneo en Netflix. La pulcritud con la que está filmada y la voz de su protagonista son elementos que la convierten en un producto de fácil aceptación y rápido olvido.
Elliott (interpretado por el cantante y compositor Christopher) es un joven pescador que tiene una hermosa voz y un talento interpretativo desconocido por todos. En una fiesta, acompañando al cantante de la banda que anima el evento, él se ve forzado a cantar y esto produce un impacto instantáneo en todos los presentes y particularmente en la empresaria discográfica Suzanne (Christine Albeck Børge), quien le ofrece una oportunidad profesional a Elliott, al mismo tiempo que elige a su propia hija, Lilly (Inga Ibsdotter Lilleaas), para que sea la productora del músico. Esta unión laboral entre la hija de Suzanne y Elliott producirá el inevitable romance que pondrá en riesgo todo el proyecto.
El film danés muestra la universalidad de los géneros cinematográficos y la sencillez con la que los lugares comunes más gastados pueden pasar de un país a otro sin el menor inconveniente. A pesar de que las canciones son agradables y la historia comienza con bastante dignidad, después lo que queda solo puede ser disfrutado por alguien que no ha visto una sola de estas películas en toda su vida. Ni el drama tiene potencia, ni el romance tampoco; la medianía se apodera del relato y termina en nada.
El joven que triunfa y se debate entre la nueva vida y la lealtad hacia su pasado y sus orígenes es un tema previo incluso al cine. Desde las novelas de Charles Dickens hasta las películas de Elvis Presley, este ha sido un tema interesante y aprovechado cuantas veces se ha podido.
Es cierto que es mejor que el promedio, bastante bajo, de los dramas románticos que surgen en el streaming, pero no hay que resignarse, se puede aspirar a más. Christopher, exitoso cantante en la vida real, tiene una buena voz y ha escrito todas las canciones de la película él mismo. No falla en esa presentación, pero ni la dirección de Mehdi Avaz ni el guion de Stefan Jaworski consiguen dar ese paso que diferencia lo irrelevante de lo extraordinario.
Una vida maravillosa tiene, además, un título que parece en sí mismo un lugar común.
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