Tin y Tina es un nuevo largometraje de terror español. Desde siempre, dicha cinematografía ha sabido moverse por las diferentes modas del horror generando películas, directores y estrellas que han marcado época. También ha creado propuestas originales que luego fueron imitadas por otros países. No es el caso de este nuevo exitoso estreno de Netflix: tiene dos líneas en paralelo y le dan su identidad. Una está relacionada con la cultura española de la época en la que se desarrolla la película, y la otra está llena de referencias a grandes títulos del cine de terror.
Lola (Milena Smit, actriz de Madres paralelas) sufre la pérdida de su embarazo y cae en una profunda depresión que oscurece todo a su alrededor. En un intento por cambiar su situación, ella y su esposo Adolfo (Jaime Lorente, recordado por La casa de papel) visitan un convento de monjas, donde conocen a dos hermanitos de siete años aparentemente angelicales, Tin y Tina. Lo de angelical sólo es en teoría, porque a primera vista es evidente que tanto el niño como la niña son dos criaturas salidas del averno. Sorpresivamente, Lola conecta al instante con ellos, por lo cual decide adoptarlos.
Tin y Tina son albinos, lo que les confiere un aspecto —nada casual— similar a los infantes del clásico El pueblo de los malditos. Esta es una de las muchas referencias no sutiles a películas reconocidas del cine fantástico y de terror. Sin embargo, Lola ignora por completo cualquier imaginario popular, incluso frente a Adolfo, que sí ve algo perturbador y amenazante en ambas criaturas. Durante el viaje de regreso del convento a casa, los dos mellizos revelan su condición de fanáticos religiosos, citando pasajes de La Biblia de manera textual y con un fervor que parece provenir de siglos pasados. Aunque Lola y Adolfo se ríen, estos indicios anuncian lo que está por venir.
El matrimonio comenzará a relacionarse con los niños de forma distante. Lola se va involucrando gradualmente en los juegos macabros de los pequeños, mientras que, Adolfo se mantendrá siempre a distancia. Las referencias a El bebé de Rosemary, La profecía y otros títulos se vuelven cada vez más evidentes. Esto puede resultar divertido o aburrido para los espectadores, dependiendo del sentido del humor que tengan. Los niños malvados son y serán siempre una forma de terror muy efectiva. Sin embargo, lo más interesante del film es que en algunos momentos parece ser una parodia de sí mismo, y maneja un sentido del humor macabro y sutil.
Si ese humor es intencional o accidental, no es tan fácil de decidir. En cualquier caso, el largometraje se juzga según la reciba cada espectador. Tin y Tina amenaza siempre con tener una gran escena culminante, pero esta no llega. Se va apagando un poco hacia el final, después de varios momentos destacados. La pareja de niños está impecable, pero los actores que interpretan al matrimonio que los adopta no están realmente a la altura de una gran película de terror.
Cuando la búsqueda del género va más allá de los golpes de efecto, el terror también requiere grandes intérpretes. Quedará para los españoles entender las muchas referencias culturales y, en definitiva, la mirada crítica sobre una sociedad profundamente católica. La película se desarrolla en el período en que España dejó atrás la era de Franco y retomó la democracia, por lo que también se puede apreciar un tono alegórico en algunas escenas.
Seguir leyendo: