Nicholas Hoult y Nicolas Cage protagonizan una comedia de terror inspirada en el conde Drácula y su asistente

No necesita más de cinco minutos Renfield para mostrar su juego y confirmar que todas las expectativas previas estaban a la altura. Promesas cumplidas en una comedia de terror que, además de todo, se da el lujo de reflexionar sobre las relaciones tóxicas entre las personas. No hay un minuto de descanso en este largometraje, porque todo va a una velocidad increíble. Humor, diversión, sangre y acción en cantidades.

Renfield está en un grupo de ayuda para personas codependientes. Mientras que, cada uno de los integrantes del círculo habla de sus monstruos de forma metafórica, el pobre Robert Montague Renfield sabe que el suyo es literalmente el monstruo más famoso de la historia.

Un flashback no muestra el momento en el cual el conde Drácula (Nicolas Cage, brillante) y Nicholas Hoult (Renfield) se conocieron. Esas escenas, en blanco y negro, no son otra cosa más que verdaderas imágenes de Drácula (1931), de Tod Browning, protagonizada por Bela Lugosi. Con perfectos efectos visuales, el rostro de Lugosi es reemplazado por el de Cage y el de Dwight Frye -quien interpretaba a Renfield en aquel film- por el de Hoult. Aunque los espectadores actuales no hayan visto ese clásico, ese amor y ese respeto por el personaje creado por Bram Stoker se agradece. Es evidente que esta comedia alocada es una película en serio.

Pasó casi un siglo y Renfield quiere sacarse de encima este vínculo injusto y agobiante. Cada nueva ciudad a la que viajan es un desafío que va creciendo en dificultad. Renfield no quiere matar gente inocente para llevársela a su amo y este le exige la sangre más pura posible. El propio muchacho se alimenta solo de insectos. El destino los cruza con un grupo de mafiosos que domina New Orleans y ahí comenzará una batalla por dos formas de dominio violento. Otro personaje se sumará: una policía absolutamente honesta y valiente llamada Rebecca Quincy (Awkwafina) que intenta lidiar con una fuerza policial corrupta hasta la médula. Cuando Renfield y Rebecca se crucen, descubrirán que tienen enemigos en común y tal vez puedan ayudarse.

La película dura sólo noventa y tres minutos y se nota que evitaron dejar cualquier momento sin gracia dentro del largometraje. Incluso, se observa en los títulos finales imágenes de una de esas escenas que no están. Tantas ganas de darle ritmo a la historia se agradece y se disfruta. El humor está impecable y cada uno de los tres protagonistas entendió el tono adecuado para una película que no es nada fácil de ejecutar. Y es también sorprendente que, incluso en su caos sangriento y demoledor, la película diga de verdad algunas cosas interesantes sobre esos vínculos que van destruyendo la vida de una persona. Esta combinación se debe en gran parte al director de la película, Chris McKay, el mismo de The Lego Batman Movie (2021), otra película que se disfrutaba mucho y a la que no les faltaban ideas sofisticadas y profundas.

Nicolas Cage declaró alguna vez que uno de sus grandes sueños era interpretar al conde Drácula. No podemos más que alegrarnos al ver que concretó su sueño en una película fiel a la demencial filmografía del actor. El último lustro de la carrera de Cage debe ser uno de los mejores del cine norteamericano contemporáneo. Sus habituales riesgos artísticos vuelven a dar excelentes resultados.

Renfield es una película para ir al cine y disfrutar de dos personajes que desde el año 1897 se han metido en el imaginario popular y siguen allí, posiblemente por siempre.

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