En la temporada inicial de la exitosa serie Entrevías conocimos a Tirso Abantos (José Coronado) un ex militar dueño de una ferretería de barrio, un hombre solitario y malhumorado, que apenas tiene contacto con sus amigos también ex combatientes y una relación complicada con sus hijos adultos, que ven el mundo de una forma diferente a la de él. Cuando circunstancias ajenas a Tirso lo obligan a hacerse cargo de su nieta Irene (Nona Sobo), una joven de origen vietnamita, él deberá lidiar con la rebeldía de ella, completamente opuesta a la rigidez conservadora pero honesta de él. Ese choque ofrecía drama pero también humor en la primera temporada. Irene se junta con jóvenes vinculados con las drogas, incluyendo a su novio colombiano, que ella ama. Este hombre se convertirá, muy a su pesar, en el héroe del barrio, él único que se les planta a los vendedores de drogas.
La serie tenía en su temporada inicial muchos elementos que recordaban a la película de Gran Torino (2008) de Clint Eastwood donde un viejo cascarrabias veterano del ejército que tenía una mala relación con sus hijos debía enfrentarse a las injusticias en su barrio, lleno de inmigrantes, y con el crecimiento de la delincuencia. Aunque la serie ofrece muchas novedades, el espíritu es prácticamente el mismo. Tirso es un tipo duro, hosco, pero finalmente recto y con un sentido de la nobleza intacto.
La segunda temporada repite a los personajes más queridos pero también trae varias novedades, como siempre, extender la historia precisa más elementos para sorprender y mantener el interés. La segunda temporada tiene ocho episodios, la misma cantidad de la primera y su éxito en Netflix ha sido instantáneo. La fórmula es sencilla pero efectiva.
Lo bueno que tiene esta segunda temporada es que nuestro personaje favorito, Tirso, sigue siendo el mismo tipo decente y recto, valiente y leal, pero también capaz de reconocer que es brusco, prejuicioso y poco afectuoso en sus vínculos. Su relación con Gladys (Laura Ramos) la madre del novio de su nieta tiene las idas y vueltas más chispeantes de la serie y varios momentos emocionantes. Todo el proceso de crecimiento de Tirso es el corazón de la serie, sin duda. El policía corrupto Ezequiel Fandiño (Luis Zahera) sigue teniendo su encanto pero cede espacio con respecto a su compañera de fuerza, Amanda Martos (Itziar Atienza).
Lo malo es que da muchas idas y vueltas sobre desencuentros y malos entendidos, como una telenovela. Se lanza en varios momentos a un costumbrismo algo torpe que le quita drama a la historia y la vuelve algo inocente, incluso más que la primera. Una delincuente llamada Nata (María de Nati) es un personaje imposible con el cual es muy difícil conectar, no sólo en la emoción, sino con respecto a la lógica de todo el guion.
Y lo nuevo es que el gran villano que se asoma aquí es un oscuro empresario que desea comprar todas las propiedades del barrio y cuyos métodos son más siniestros que los de los narcotraficantes. La lucha contra es el gran conflicto de los ocho episodios, corriendo como siempre en paralelo a las historias individuales, marcadas por el afecto, el amor vecinal, el romántico y el familiar. También entre las novedades hay una historia de amor inesperada que no se anticipará acá. La novedad de Tirso y su mundo ha perdido bastante fuerza, pero gracia a su potente actor y a su gran personajes, esta segunda temporada, algo inferior a la primera, consigue mantener nuestro interés.
Entrevías segunda temporada se encuentra disponible en Netflix.
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