Es muy complejo hablar de la serie The Last of Us sin tener en mente el videojuego, pero la adaptación creada por Craig Mazin y Neil Druckmann (también director del juego) demuestra que puede encontrar un rumbo único hacia la originalidad. La noche del domingo 15 de enero, la ficción debutó oficialmente en HBO y estableció un inicio para esta historia posapocalíptica que protagonizan Pedro Pascal y Bella Ramsey.
La primera media hora del episodio piloto es esencial. Primero, en la década de los 50, un programa de TV invita a dos científicos a discutir algo que –sin imaginarlo– acabaría con la humanidad en medio siglo. En 2003, Joel Miller (Pascal) y su hija, Sarah (Nico Parker), tiene una vida familiar ordinaria hasta que se desata una pandemia provocada por la mutación de un hongo. Los primeros síntomas son el canibalismo y, con el avance del desarrollo del virus en el cerebro, los infectados van perdiendo su humanidad.
La ficción dedica más escenas a Sarah para crear un mayor vínculo con la audiencia, un propósito que termina por cumplir antes de introducir la primera tragedia de este viaje que se extiende hasta 20 años después (cuando exactamente corre el año 2023). Es como una especie de “dar y arrebatar”, un concepto muy presente que muchos irán aprendiendo internalizar mientras profundizan en este universo.
Un padre pierde lo más preciado de su vida y el hecho traumático lo ha convertido en un hombre aparentemente inquebrantable: la voz, las expresiones faciales y los movimientos físicos de Pedro Pascal emulan a la perfección esa dureza de Joel. Los escenarios, los sonidos y la banda sonora también contribuyen a la introducción de esta nueva vida que él tiene en el futuro. No solo la estética de The Last of Us es sucia, polvorienta y oxidada; sino que las melodías de guitarra de Gustavo Santaolalla hacen lo suyo para recrear una sensación de melancolía y sin esperanza.
La siguiente protagonista clave que entra a tallar desde el primer capítulo es Ellie, un rol que no le queda grande a Bella Ramsey en ningún momento. Su carácter malcriado, las groserías y el tono de voz de la joven actriz se entremezclan para honrar a uno de los mejores personajes femeninos que ha visto la industria de los videojuegos. El casting es magistral, no hay duda de alguna de eso; mientras que, la trama toma un buen punto de partida con un equipo creativo involucrado al 100% en hacer de esto una de las producciones más grandes de HBO.
“The Last of Us” no necesita ser una réplica
Ahora, en términos de quienes disfrutamos de los videojuegos, son más las decepciones al momento de sentarse a mirar una adaptación que los momentos de agrado. Hay pocos ejemplos notables, pero la creación de Mazin y Druckmann no solo no es la clásica “fiel al material original” que se ha pedido por años dentro de esta comunidad; sino que, también funciona como una excusa de poder contar lo que no se pudo en un formato de juego de video.
En la temporada de The Last of Us encontraremos más de una escena que pareciera calcada del videojuego –ya nos lo iba adelantando el tráiler–, sin embargo, esta decisión no la convierte en una réplica. Al contrario, genera en los jugadores una experiencia de volver a vivir, aunque sin el poder del controlar a los personajes. Y, para quienes nunca lo conocieron antes, tal vez les provoque una curiosidad única de tomar ese control por primera vez en una PlayStation.
El primer episodio de la serie de HBO se estrenó el pasado 15 de enero y cada domingo un nuevo capítulo en HBO y HBO Max.
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