Hay dos personajes en las series actuales que funcionan como un imán para las audiencias, o al menos eso creen los que hacen esos títulos: los asesinos seriales y los terapeutas. La idea de juntar a un asesino y a un psicólogo en una misma serie sin agregarle otros personajes principales parece haber sido la premisa de El paciente, una producción de 10 episodios estrenada en Star+.
La consigna es muy sencilla: Alan Strauss (Steve Carell) es un terapeuta que un día es secuestrado por uno de sus pacientes, Sam Fortner (Domhnall Gleeson), quien resulta ser un asesino serial necesitado de ponerle un fin a sus impulsos homicidas.
Sam intenta, en las primeras escenas de la serie, tener una terapia normal, pero cuando esta no avanza decide secuestrar a Alan y tenerlo cautivo para poder realizar una terapia diciendo toda la verdad y sin limitaciones de tiempo ni la amenaza de ser denunciado ante la policía. Está claro que el plan es desquiciado, pero Alan entiende que, con su pie encadenado y en el sótano de la aislada casa de Sam, pocas opciones tiene más que hablar con él mientras se le ocurre alguna salida de la situación.
Tiene episodios cortos, algo raro para una serie dramática, pero utiliza ese formato para armar suspenso y crear expectativa. Tiene dos capítulos iniciales de una enorme potencia y se sostiene gracias a sus dos actores protagónicos, en especial Carell, con su enorme talento para el drama, más allá de que siempre lo valoremos más como comediante. Gleeson está un paso atrás, posiblemente por estar sepultado bajo un raro maquillaje que no le cambia la cara, pero lo vuelve llamativamente raro. No serán los únicos dos personajes de la ficción, pero sí los que ocupan casi todas las escenas.
Luego del potente comienzo, empiezan los flashbacks. Conocer mejor a los personajes y en particular a Alan, la vida con su mujer, la relación con sus hijos y también con su religión. Toda una historia interesante que, sin embargo, parece exageradamente estirada y proveniente de otro relato. Ahora empieza a entenderse el porqué de los episodios cortos. Una vez que el espectador descubre el truco, el mago debe moverse de la forma más rápida posible. El paciente gana cuando se centra en el drama y en el suspenso de ese sótano, y pierde en cada minuto que se va de ahí.
Como carece de humor y su tono es siempre tenebroso, la invitación es a tomarse en serio cada momento, pero lo cierto es que no se trata de una serie que busque tener lógica o realismo. No tiene sentido lo que cuenta y el guion deja demasiados cabos sueltos. Es posible, y ese sería su encanto, que el truco esté en pensar más la figura de Alan que la de Sam. Como un hombre frente a su juez y posible verdugo analizando su propia vida al llegar al que puede ser su final.
También es factible imaginar a El paciente como un largometraje al que por motivos comerciales se le ha dado el formato de serie. Lo que podría contarse en dos horas se termina convirtiendo en una historia de cinco horas con las consecuencias del caso. Mientras la gente quiera ver asesinos seriales y terapeutas, siempre existirán intentos de traer obras originales que nos lleven al siguiente posible éxito. Esta serie sufre en el intento más allá de su inicio cargado de expectativas.
Seguir leyendo: