Con dos largometrajes, el cineasta Ari Aster se ha convertido en uno de los más prestigiosos realizadores del cine de terror actual. En una época donde el género está pasando por un gran momento, el destacarse no es nada fácil. Sus dos películas, Hereditary (2018) y Midsommar (2019) no han dejado indiferente a nadie. Ahora el film -estrenado en Latinoamérica como El legado del diablo-está disponible en Netflix.
Se puede comprobar que, desde su primer título, Aster apostaba fuerte a un terror elaborado y de alto impacto. Su obra tiene muchas capas para lograr su objetivo de sacudir al espectador con momentos inolvidables.
Hereditary cuenta la historia de la familia Graham. Poco después de la muerte de la anciana matriarca, Ellen, su hija Annie (Toni Collette), una artista de miniaturas, su esposo Steve (Gabriel Byrne), su hijo mayor Peter (Alex Wolff) y su hija menor Charlie (Milly Shapiro), van al servicio fúnebre donde aparecen las primeras señales inquietantes.
La hija pequeña tiene problemas de integración y su mera presencia es inquietante, aunque no se sepa bien por qué. Los eventos se volverán cada vez más perturbadores y Annie empieza a creer seriamente que su familia tiene un destino siniestro.
La película tiene un guion mucho más complejo de lo que se ve a primera vista. Aunque se puede disfrutar (o sufrir) sin mayor análisis, el espectador que esté atento irá recolectando cada una de las pistas que llevan hasta el clímax de la historia. Hereditary consigue una de las cosas más difíciles en el cine de terror: avanzar con escenas escalofriantes que prometen un final terrible y finalmente cumplir con esas expectativas acumuladas a lo largo de la trama.
El director y guionista maneja muy bien las diferentes formas de terror y, aunque tiene claro hacia dónde va, la audiencia tiene la misma angustia y confusión que tiene la familia protagónica.
Hereditary es una película para espectadores amantes del terror, es decir, con nervios de acero. Pero, además del guion y la dirección, su efectividad se basa en actores realmente buenos, de los que pueden hacernos creer cualquier cosa. Es la suma de todos los factores lo que ha convertido a este film de terror en un nuevo clásico. No es una película cualquiera, por lo que, para disfrutarla plenamente hay que prestar atención y, si se atreven, apagar las luces de la casa.
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