Su séptima película se estrenó el 18 de noviembre en los cines y está ya disponible en la plataforma Netflix. Iñarritu le reconoció a Infobae que en Bardo: Falsa crónica de un puñado de verdades, es la primera vez en la que mira hacia el mismo para contar una historia: “Cerré los ojos y el viaje fue hacia adentro”, contó. Muchos han dicho que esta historia es demasiado ambiciosa, la comparan a 8 ½ de Fellini y hasta hablan del ego del director mexicano al hacer una biografía.
Lo cierto es que en Bardo, Iñarritu plasma partes de su vida y también de sus películas. Habla de la crítica, de los desaparecidos de su país, de lo que le duele la historia y de la crisis en la que está su alter ego, un periodista llamado Silverio (interpretado por Daniel Giménez Cacho). “Como director de cine, hay momentos donde cuando haces la investigación de tu proyecto, si vas a tocar algún tema que parte de la realidad te encuentras haciendo una parte de periodismo, investigando la realidad. Me parecía interesante darle el personaje, esta posibilidad de navegar entre lo real y la ficción y la subjetividad de su interpretación, porque es la crisis en la que está por lo menos en la que yo estoy yo, me parecía que podía navegar más en los temas que yo quería abordar como periodismo, como el narcotráfico, los desaparecidos, había situaciones que le facilitaba esta entrada a estos dos mundos, compartió en entrevista.
Para el director, esta es una obra diferente: “Yo empecé a entrar en esta película, la verdad es que la hice con los ojos cerrados. Hablé de la migración en otras películas ya con los ojos abiertos. Pero esta vez fue a través de una introspección y empecé a encontrar no estos puntos, esas parte emocional de cosas que en un momento reconocía como importantes o necesarias para mí de hablar y compartir desde la honestidad desde el interior”. Cuando Bardo se estrenó en Cannes, las reacciones de los críticos fueron muy duras. Y después que Iñarritu la dejó en dos horas y media (media hora menos que la original), sigue obteniendo opiniones divididas tanto de la prensa como de la audiencia que ya ha ido a verla a los cines.
Un personaje muy real en esta historia es el de la madre de Silverio (el protagonista) una señora que aparece unos minutos apenas y que tiene Alzheimer. La madre de Iñarritu padece esta enfermedad desde hace cinco años. “Ha sido un proceso difícil, pero sobre todo de asimilación. Como te das cuenta que esto es un proceso que es como una barranca que se va cayendo todo poco a poco y estás en tiempo real viviéndolo. Entonces es un proceso de asimilación en donde la mente, el tiempo y el espacio se hacen un nudo”, se confesó. Al final, nos damos cuenta que Bardo es para su director, un viaje a la conciencia, a ese mundo donde su madre vive y al que cualquiera, en cualquier momento de la vida, podemos llegar con algún fallo de la mente.
Después de tantos reconocimientos a nivel mundial y ser considerado entre los mejores directores de cine de este momento, Iñarritu recuerda cuando, siendo muy joven, se fue a trabajar de marinero para conocer el mundo sin un centavo encima. “Creo que en ese momento, sí, creo que mi vida cambió, o sea, al ver otras culturas. Fue una experiencia que me doy cuenta, lo importante que fue a una temprana edad no quedarme en un solo lugar, sino poder ser expuesto a tantas otras realidades y culturas y diferentes maneras de ver y de ser y de pensar”, ahondó en su pasado.
Bardo ya se encuentra disponible en Netflix.
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