El 11 de julio de 2019, por primera vez la Santa Sede permitió la apertura de dos tumbas en un cementerio interno para verificar si allí se ocultaron los restos de una adolescente de nombre Emanuela Orlandi, hija de un empleado que trabajaba en la Ciudad del Vaticano. La joven desapareció de forma misteriosa un 22 de junio de 1983. Pietro Orlandi, hermano de la joven afirmó que el papa Juan Pablo II se llevó el secreto a la tumba.
Los indicios del suceso fueron presentados por medio de una misiva a la familia Orlandi en 2018. El texto sugería buscar en la tumba que indica “El angelo”, y presentaba la foto. Se refería a la estatua de un ángel que sostiene una hoja con la inscripción en latín “Requiescat in pace” (“descansa en paz”). La chica del Vaticano, producción de Netflix, abarca esta historia con secretos más oscuros y todavía por revelar.
Emanuela tenía 15 años cuando atravesó por última vez la Porta Sant’Anna, que marca la frontera entre el Vaticano y la ciudad de Roma. La adolescente cruzó la calle y esperó el colectivo 64 en la piazza della Città Leonina. Al cabo de pocos minutos, llegó a la iglesia Sant’Apollinaire, del otro lado del río Tevere, donde estudiaba música. En una entrevista realizada a Pietro, él rememora su infancia junto a su hermana en el territorio pontificio. Además, recuerda cada detalle del día del misterioso y trágico suceso para él.
Según Pietro Orlandi, ese día él había peleado con su hermana porque tenía una cita con una chica, así que decidió no acompañarla. Luego dio a conocer que, por información dada por un policía, se enteraron que de un auto estacionado bajó una persona y, por una cantidad exorbitante de dinero (375 mil liras), le ofreció distribuir volantes para un desfile. Pero le mencionó que pidiera permiso a sus padres. Por tal motivo la joven llamó a casa y habló con su hermana Federica a quien le contó, pero a Federica la cifra le pareció muy alta. Sin embargo la joven la convenció diciéndole que no habría problemas, que ese hombre la esperaba a las siete, ella tomaba los volantes y los llevaba a casa. A partir de entonces, no se volvió a saber de ella.
Resultó que un año y medio antes, poco después del atentado a Juan Pablo II, los servicios de inteligencia franceses avisaron sobre un riesgo de secuestro contra ciudadanos que vivían dentro del Vaticano. Todo se supo porque una amiga de Emanuela, hija de un mayordomo de Juan Pablo II, declaró que su padre le había avisado que el secuestro sería para intercambiar por prisioneros políticos. “Mientras nosotros íbamos corriendo detrás de cualquier pista, el Vaticano podría habérselo dicho a los investigadores. En cambio, se inició la ‘omertá’”; expresó Pietro.
Luego de lo sucedido, Juan Pablo II hizo ocho apelaciones públicas por la vida de Emanuela Orlandi en los Ángelus. Fue el primero que habló de “secuestro”. Después, un hombre con lengua extranjera, al que la familia Orlandi denominó “El americano”, comenzó a llamar a la familia y a la sala de prensa del Vaticano. Según Pietro, el americano tenía línea directa con la Secretaría de Estado. “Entraba por el conmutador, tenía el código 158 y hablaba con el cardenal Casaroli. El contenido de estas llamadas nunca fue entregado a la investigación”; manifestó.
Dos o tres meses después de la desaparición de Emanuela uno de los servicios secretos le dijo a la madre que se preparase, que en máximo dos semanas la joven estaría de vuelta. Sin embargo, pasó un mes y nada sucedió. Entonces el padre de los Orlandi detuvo la espera pasiva y preguntó sobre su hija y lo que estaba sucediendo. Como respuesta recibió la siguiente frase: “Se cayó todo”.
Ya en la navidad de 1983, Juan Pablo II fue a la casa de la familia Orlandi en el Vaticano y les dijo que estaba haciendo lo posible por ella. Pero mencionó algo que retumbó en su cabeza por siempre: “Existe el terrorismo nacional y el terrorismo internacional. El de Emanuela es un caso de terrorismo internacional”.
La causa de Emanuela fue cerrada en 1997. Hasta entonces la investigación seguía la pista del terrorismo internacional que le había mencionado el Papa, la pista búlgara, Alí Agca. Cuando dicha causa se cerró, desde el Vaticano no se escuchó ni una palabra más. Luego de ello, el Parlamento italiano impidió la prórroga de la instrucción judicial y también del atentado al Papa. Por ese hecho se resolvió que Agca era el único responsable.
El caso real avanzó y al final nunca se encontraron los restos de la chica. Desde entonces, Emanuela es la única desaparecida de la historia del Vaticano, a la cual su familia la busca desde hace 39 años. Sobre su historia Netflix sacó un documental llamado La chica del Vaticano, el cual llegó a la plataforma el 20 de octubre de 2022.
SEGUIR LEYENDO: