Para varias generaciones la trilogía de películas de Sissi Emperatriz son el punto más alto del drama histórico fastuoso y emocionante. La actriz Romy Schneider, a pesar de su importante carrera, quedó en gran parte unida al rostro de Isabel de Baviera (1837-1898) y su historia. Aquellos films, románticos e inolvidables, eran una versión más bien liviana de la verdadera vida de la reina consorte. Esto no es ni bueno ni malo, fue como se concibieron estas exitosas películas, respaldadas por un enorme éxito aunque el tiempo no les haya dado un gran prestigio.
La emperatriz es un nuevo acercamiento al personaje que ya ha sido llevado a la pantalla grande y chica en muchas ocasiones. Tanto en Austria como en Alemania, siempre ha sido motivo de ficciones, como un imán que atrae al público a lo largo de varias generaciones. Sin embargo, desde hace unos años, series como The Crown han mostrado un renovado interés por la realeza en los servicios de streaming, lo que inevitablemente ha llevado que se vuelva sobre el personaje de Isabel de Baviera, cuya vida tuvo todos los ingredientes para una serie. Alemania aprovechó y realizó esta serie que se estrena en Netflix y que combina lo fastuoso con lo polémico, que revisa y actualiza conceptos sobre el personaje y que, con no poca astucia, conecta con temas del presente.
Isabel de Baviera (Devrim Lingnau) es una joven que llega a emperatriz pero que no se siente a gusto con la rigidez de las normas que la rodean al mismo que observa cada vez con mayor preocupación los conflictos sociales crecientes a su alrededor. Una rebelde que, en muchos aspectos, se adelantó a su época. Su matrimonio con Francisco José I (Franz Joseph I, en Alemán) nació de un amor a primera vista entre ambos. Aunque la familia no la veía como candidata a ese casamiento, el amor se impuso por encima de las convenciones. Pronto Isabel descubriría que la vida en la corte no era lo que ella deseaba para su vida. Isabel de Baviera (Elisabeth von Österreich, en alemán) es mostrada en la serie como una especie de Lady Di del siglo XIX, más allá de las diferencias claras entre ambos personajes. Son distintas situaciones, pero ambas mujeres entraron en tensión con el entorno y el mundo de la realeza.
La serie busca explorar la historia de amor, la pasión sexual y también los romances e intrigas palaciegas que se van sucediendo. Le agrega en paralelo una trama con una revolución incipiente cuya amenaza va creciendo poco a poco y anuncia el final de una era. Esa Europa del siglo XIX que en muchos aspectos se parece a la actual y que el guion busca ir torciendo para que el espectador entienda las ideas. Está claro que la búsqueda inicial es la de quitarle la mirada de cuento de hadas de los clásicos cinematográficos, pero al mismo tiempo que se jacta de contar la verdadera historia, hace bajadas de línea y guiños al presente, lo que en un sentido estricto es no contar de forma rigurosa la verdad.
A su modo, La emperatriz es el paradigma de cómo hoy se cuentan esas historias. En la década del cincuenta había una manera, en el 2022 hay otra con sus avances y retrocesos. Netflix la presenta como una miniserie pero la historia está contada de forma tal que bien puede tener dos temporadas más. Cuesta creer que luego de su éxito no ocurra esto.
La emperatriz está disponible completa en Netflix.
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