La mayoría de las personas en algún punto de sus vidas se han cuestionado el famoso “si yo hubiera”, para cuestionarse qué habría pasado si hubiesen tomado una decisión distinta.
El público anglosajón tiene un nombre para este tipo de films o series, “Sliding Doors”, y lo cierto es que son producciones que terminan conectando a personas de todas partes del mundo.
La más reciente es Mis dos vidas (Look Both Ways), comedia romántica de Netflix que nos plantea dos escenarios distintos vividos por el mismo personaje y en el que se busca mostrar que ninguna elección escogida es incorrecta, siempre y cuando se sepa qué hacer con esa decisión.
Lili Reinhart Interpreta a dos versiones de la misma mujer, Natalie, quien, en la apertura de la película, acaba de graduarse de la universidad en Austin y está lista para embarcarse en su plan de éxito de cinco años.
Ella y su mejor amiga, Cara (Aisha Dee), se dirigen a Los Ángeles, donde la protagonista iniciará la carrera de sus sueños para hacer películas animadas en Hollywood, no obstante la otra Natalie se enfrenta a un serio dilema: se encuentra embarazada luego de haber tenido un encuentro sexual de manera casual con uno de sus amigos, Gabe (Danny Ramírez).
En la realidad que está embarazada, la joven decide conservar al bebé haciendo que su vida cambie, ya que debe regresar a vivir con sus padres, quienes son interpretados por Luke Wilson y Andrea Savage, e involucrar a Gabe en el nacimiento y la crianza del pequeño miembro de la familia, aunque sin establecer un lazo amoroso con él.
Escrita por April Prosser y dirigida por Wanuri Kahiu, la película alterna entre las Natalies de estos dos mundos muy diferentes, una escalando en su desarrollo profesional poco a poco, mientras la otra Nat se siente atrapada en su pueblo con un bebé, sus padres y sin poder hacer lo que quería de su vida.
La película más allá de buscar mostrar cual de las dos es la “vida perfecta”, expone cómo las decisiones, aunque en un inicio parezcan las incorrectas, pueden terminar siendo las correctas.
El largometraje que llegó a Netflix este 17 de agosto, muestra a Natalie quien se muda a Los Ángeles y consigue un trabajo que considera, puede ayudarla a lograr sus sueños. Antes tendrá que ser la asistente de una de sus directoras de cine favoritas, Lucy (Nia Long), la clásica jefa exigente pero justa. En el camino conoce a un joven apuesto de nombre Jake (David Corenswet), y después de hacerse amigos, se embarcan en una relación romántica tentativa pero prometedora.
Aunque parece tener todo planeado, un día su jefa le dice que su trabajo es genérico y que necesita encontrar su propio estilo, algo que no le cae nada bien para la autoestima de la joven.
Por otra parte, la Natalie que se ha convertido en madre, se siente insatisfecha, considera que dejó todos sus planes por un bebé que no planeaba y que su vida se ha acabado, ya que no se mudó a Los Ángeles y tampoco está dibujando, que es su gran pasión. Ella se siente muy infeliz.
Conforme pasan los meses la joven se adapta a su nueva vida de madre pero en el fondo se pregunta, ¿qué hubiera pasado si no se hubiese embarazado?
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