Es cierto que es imposible alejarse del cómic original cuando se habla de The Sandman, esta historieta publicada entre 1989 y 1996 y creada por Neil Gaiman, Sam Kieth y Mike Dringenberg. Pero a diferencia de otras obras y sus adaptaciones, aquí es necesario distanciarse del producto madre porque sus representaciones oníricas, el arte y el tiempo con el que construyen cada una de las líneas narrativas en las viñetas es, en cierto modo, inadaptable literalmente. Mucho menos en una industria que hoy está en crisis y sin un rumbo en el que la respuesta solo es hacer contenido y llenar espacios con novedades para no perder suscriptores. En el mejor de los casos, ganar algunos.
En este escenario que pinta ser imposible para concretar un producto audiovisual que conforme a todos, The Sandman de Netflix, logró una serie digna y atractiva que obtuvo inspiración, personajes y una historia, pero que tuvo que tomarse varias licencias. Se siente más a una inspiración que una adaptación estrictamente dicha. Desde este viernes 5 de agosto se pueden ver los 10 episodios de la ficción que tardó más de 30 años para ser llevada al live action.
La plataforma desarrolló junto a Gaiman una serie que, alejada de la obra original (en Latinoamérica se consigue a través de la editorial Ovni Press), se puede disfrutar y saborear como un drama profundo, una ficción de fantasía con momentos para el recuerdo, pero por instantes sin mucho carisma. También construye varias historias interesantes y atractivas, con personajes bien logrados y con actuaciones entre lo mejor de este lanzamiento. A la hora de hablar del apartado visual, el CGI se siente forzado en más de una ocasión por capítulo. Entre buenas y malas, está lejos de los fracasos de Cowboy Bebop y Jupiter’s Legacy.
Esta fascinante historia de dioses y demonios, de entidades que luchan entre el deseo y lo moralmente correcto, tan profunda y dramáticamente bella, logró llegar a la pantalla de Netflix con 10 episodios para su primera temporada que busca continuar con más ediciones en el futuro. Siguiendo en el terreno del protagonista conocido como Morfeo, Sueño o Sandman, su adaptación parece un sueño cumplido para muchos, pero sin dudas para otros será una decepción esperando, confiados por la participación de Gaiman, que la adaptación logre el vuelo de su material de base. Pero no todo es ideal en este presente de la industria televisiva. Me gustaría pensar que es la mejor adaptación posible en estos tiempos.
Los primeros dos episodios son la mejor versión de la historieta. Allí The Sandman no tiene miedo a trasladar todo su poder visual y aunque el CGI, sobre todo los entornos creados, se siente bastante apurado, la creación de la atmosfera se percibe, se logra palpable. La inmersión es inmediata. La historia comienza en 1916 cuando Dream (excelente elección elegir a Tom Sturridge para el papel), es capturado por error por el siniestro Roderick Burgess (Charles Dance) en búsqueda de la inmortalidad. Pero Sueño no posee esa clase de poder, el indicado era Muerte (Kirby Howell-Baptiste), y el ahora prisionero deberá atraer a su hermana para salir de su prisión. Un siglo después, Sueño logra liberarse y deberá recuperar todas sus armas y reconstruir su mundo y el de los humanos.
La serie se podría dividir en tres etapas bien distintas: encarcelamiento (contemplación y presentación de personajes), la búsqueda de los elementos de Sueño que lo llevarán hasta el mismísimo infierno donde confrontará con el Lucifer de Gwendoline Christie, y la tercera es destrabar una nueva amenaza llamada Rose. En el medio de estas, The Sandman presenta historias más pequeñas (a veces de un solo episodio) y una enorme cantidad de personajes que casi no entran en juego, pero pinta el enorme universo en el que se basa esta historia.
El gran elenco es uno de los puntos altos de esta adaptación. Desde su protagonista, el británico Sturridge, hasta Vivienne Acheampong como la mano derecha de Dream, Lucienne; Boyd Holbrook (Narcos) como la pesadilla ambulante Corinthian y Kirby Howell-Baptiste como Muerte, el ente más cercana a los humanos, todos se sienten fantásticos en el sentido estricto de la palabra. David Thewlis, como John Dee, es quizá el mejor villano de toda esta primera temporada, por lo menos en actividad. Cada uno se siente correcto en su elección, pero el elenco es todavía más grande y quedaron más por saborear.
The Sandman logró, aunque levemente, transportar esa sensación de melancolía y oscuridad de la historieta. Pero mejor aún, ese sentimiento de contemplación que se extiende en la primera mitad de la temporada. La fantasía funciona, pero nuevamente hay que remarcar que está lejos de representar el material de base porque solo muestra destellos de la profundidad que poseen las viñetas. En términos visuales, ahí hay un gran escollo porque si bien el presupuesto de la serie es alto, se nota que priorizaron personajes y escenarios por encima de otros. No todo el tiempo la inmersión es exitosa debido a esta variable.
No hay dudas que si la serie logra alcanzar cierto éxito, el anuncio de la segunda temporada llegará rápidamente y eso ayudaría a profundizar en historias y personajes, ya que varios quedaron sin explorar o con una breve aparición que prometía presentar un conflicto imposible de abarcar en estos 10 episodios. Hay una buena cantidad de historias que seguir sin mencionar la increíble escena final.
En resumen, The Sandman de Netflix producida por Warner Bros. Television y con Gaiman muy involucrado en aspectos creativos, es una serie que busca lograr la mejor adaptación posible (y hasta lo logra teniendo en cuenta que es una versión para televisión). No es la ideal, tampoco la versión perfecta, pero consigue romper el karma de ser una obra sorprendente y profunda, más cinematográfica que muchas de su época y por eso imposible de llevar al terreno audiovisual. En el camino, construye una versión que por momentos se siente fría y hasta de bajo presupuesto, pero que en otros momentos logra capturar esa sensación de angustia y reflexión sostenida en sus personajes.
La primera temporada de The Sandman ya está disponible en Netflix.
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