“Ayúdame, Obi-Wan Kenobi, eres mi única esperanza”. Ese mensaje grabado por la Princesa Leia y que R2D2 llevaba consigo era la mejor presentación de personaje posible. De esos detalles estaba hecha la película que cambiaría la historia del cine para siempre. La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) comenzaba un camino que hoy es una verdadera mitología que abarca películas, series, libros, historietas y videojuegos. ¿Pero quién era ese personaje que representaba la única esperanza de los perseguidos, los acorralados por el Imperio?
George Lucas sabía, desde el inicio de su proyecto, que el personaje del viejo maestro era clave. Lo sabía, entre otras cosas, porque había leído al filósofo Joseph Campbell y su obra El héroe de las mil caras. Ese libro sería uno de los pilares sobre los que se construiría Star Wars. Tan importante como los héroes debían ser sus maestros, y George Lucas se puso en campaña para construir el que su película necesitaba. ¿Pero cómo construir un personaje tan importante de la nada?
Bueno, no lo construyó de la nada. Además del mencionado autor, George Lucas abrevó en todo el imaginario literario y cinematográfico que lo había formado a lo largo de su vida. Obi-Wan Kenobi debía ser una mezcla del Mago Merlín de la Mitología artúrica con samurai de las películas de Akira Kurosawa, también con monje budista y elementos de caballero medieval. De cada uno de estos elementos se tomó algo para armar al personaje. Fanático de los films de samurai japoneses, George Lucas no dudó en ofrecerle el papel a Toshiro Mifune, el actor favorito de su admirado Akira Kurosawa. Pero este lo rechazó porque tenía miedo de que los efectos especiales fueran ridículos y eso se transformara en una falta de respeto hacia los samuráis. Nadie sabía en aquel momento en que se convertiría Star Wars, muchos dudaban del proyecto también. ¿Podría George Lucas encontrar a un actor igual de importante para un rol tan fundamental?
Hoy sabemos que lo encontró. Sir Alec Guinness era una de las máximas figuras del cine británico de todos los tiempos. Una verdadera leyenda en su país que se extendía al mundo. Su importante filmografía incluía en aquel momento películas muy prestigiosas pero también muy populares. Desde Oliver Twist en 1948 hasta sus roles en Lawrence de Arabia (1962) y Dr. Zhivago (1965), pasando por sus grandes protagónicos en Los ocho sentenciados (1949), El hombre del traje blanco (1951), Oro en barras (1951), El quinteto de la muerte (1955) y por supuesto, su inolvidable coronel Nicholson en El puente sobre el Río Kwai (1957), película por la que ganó el Oscar a la mejor actuación. Alec Guinness, con las mismas dudas de Mifune, no quería aceptar. Pero cuando vio lo que ocurría con Obi-Wan en la película aceptó, pensando que sería un pequeño rol más. El salario, mucho mayor a lo que acostumbraba a obtener, fue el empujón definitivo. No se arrepentiría.
Aunque las nuevas generaciones no lo conocían tan bien, Guinness llevaba sobre sus hombros ese aura que tienen las estrellas que han sido vistas alguna vez por todos. Un rostro familiar y confiable, la sensación de que con solo mirarlo resultaba sabio. Inesperadamente, el actor se encontraría con una nueva nominación al Oscar por este rol y La guerra de las galaxias obtendría, además de todos los récords de taquilla, el prestigio que la presencia de Alec Guinness traía consigo. Todos salieron ganando.
Obi-Wan Kenobi se convertiría en uno de los personajes más importantes del universo Star Wars. Su presencia es mínima en las siguientes dos películas de la saga, aunque clave para la formación y guía moral de Luke Skywalker. Tal cual Leia le había pedido, Obi-Wan estaría a la altura de la esperanza depositada en él. Con las precuelas el personaje reforzaría su valor. Ahora interpretado por otro actor británico, Ewan McGregor, quien se había criado viendo las películas de la saga inicial y tuvo que aprender a no hacer el ruido de las espadas láser como si estuviera jugando en el patio de su casa. Para él fue un honor y también estuvo a la altura del desafío.
Al joven Obi-Wan lo vemos convertirse en el gran caballero Jedi que finalmente fue. Muy joven al comienzo, demuestra coraje, grandes habilidades y mucho poder. La gran tragedia de su vida es su vínculo con Anakin Skywalker, posteriormente Darth Vader. Kenobi es el único cuya trayectoria a lo largo del mundo cinematográfico Star Wars es comparable a la de Vader, las precuelas sirvieron para darle aun más drama a las tres películas originales. Ewan McGregor todavía estaba en proceso de convertirse en estrella cuando aceptó el rol, su rostro se había hecho conocido por Trainspotting (1997) y su carrera meteórica se disparó en paralelo a los films de Star Wars que protagonizó. Pero como su personaje, el actor siempre fue un poco reacio al estrellato. Fue muy creíble el crecimiento de él como actor en la saga y siempre se especuló con que tendría una película propia. No ocurrió, pero sí se convirtió en una serie.
Obi-Wan Kenobi no es la primera serie en la que aparece el personaje, aunque sí es la primera en la cual está interpretado por un actor de carne y hueso, ya que anteriormente solo aparecía en las series animadas Star Wars: The Clone Wars (2008-2020) y más brevemente en Star Wars: Rebels (2014-2018). En ambos casos con la voz de James Arnold Taylor. Pero en esta serie del 2022 su rol es protagónico, aun cuando hay lugar para otros personajes importantes, como la Princesa Leia niña. Ewan McGregor más maduro (y aún más joven que Alec Guinness cuando interpretó al papel), encaja a la perfección con la etapa de aislamiento y exilio en Tatooine del personaje, que vive en silencio la etapa más oscura de los Jedi. En la rara cronología en la que fue construido el mundo de Star Wars, hoy Obi-Wan Kenobi vuelve a ser el centro de la historia y a cuarenta y cinco años de su aparición, sigue siendo uno de los favoritos. La Fuerza lo sigue acompañando.
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