Hay que evitar las opiniones tajantes porque a veces solo se trata de una opinión y no de un dato indiscutible, pero cuando se trata de Cantando bajo la lluvia es diferente. Tan feliz, tan perfecta y tan querible es esta película de 1952, que aun quien pudiera discutir si es el mejor musical de la historia del cine, igualmente se siente a gusto calificándola de esa manera. La película habla por sí misma y sus ramificaciones en la cultura popular son inagotables. Una combinación de talentos en su punto más alto. El trabajo de muchos para conseguir una joya que se puede ver una y otra vez y por siempre.
En la década del cincuenta el estudio especializado en musicales era la Metro Goldwyn Mayer. Sus espectáculos en Technicolor eran incomparables y bajo las órdenes de este estudio trabajan los mejores artistas del género. Cantando bajo la lluvia (Singin´ in the Rain, 1952) era un proyecto que parecía menos ambicioso y original que otros, y sin embargo la conjunción de varios de los que trabajaban para la MGM lo convertirían en algo inesperadamente perfecto. Curiosamente, Gene Kelly no estuvo en el inicio del proyecto, así como tampoco su codirector, Stanley Donen. Así se trabaja en aquellos años. Un productor comenzaba con el trabajo y luego se iban integrando las piezas, lo que obviamente provocaba nuevos ajustes y mejoras.
Cantando bajo la lluvia es una película sobre el cine. Sí, cine dentro del cine. Cuenta la historia de Don Lockwood (Gene Kelly), una estrella del cine silente a la que le ha llevado mucho tiempo llegar a ese lugar. Lo acompaña su siempre fiel amigo Cosmo (Donald O´Connor) y su coestrella habitual es Lina Lamont (Jean Hagen), con quien se llevan muy mal. Huyendo de sus fans, Lockwood conoce a Kathy Selden (Debbie Reynolds), una joven aspirante a estrella de la cual se termina enamorando luego de algunas peleas iniciales. Esto pondrá en crisis el vínculo entre Don y Lina, pero una amenaza más terrible se cierne sobre ellos: el cine mudo llega a su fin y toda la industria comienza a hacer películas sonoras. Lina no tiene ni la voz ni la capacidad para adaptarse, pero aun así insiste en que deben seguir trabajando juntos.
Ese argumento permite que aparezcan toda clase de excusas para las canciones. Como era habitual en aquella época, la segunda parte de la película tenía más números, una forma de lograr una transición creíble que permita desarrollar a los personajes y su historia. Lo que mucha gente aún hoy no sabe, es que la mayoría de las canciones, incluyendo la del título, no fueron escritas para este largometraje y que incluso algunas, ya habían aparecido en otras películas. Cantando bajo la lluvia es la historia de los veinte años de musicales previos contados en un solo film.
No es raro decir que esta película es la suma de todo lo conocido y la proyección hacia todo lo que vendrá. Gene Kelly y Stanley Donen habían generado una verdadera revolución con Un día en Nueva York (On The Town, 1949) y a pesar la mirada nostálgica de la era silente de los estudios, su energía creativa para la puesta en escena no se tomó descanso. Cada número musical de Cantando bajo la lluvia es inolvidable. Todos ellos, sin excepción. Pero antes de que ellos llegaran fue el productor Arthur Freed quien ideó todo el proyecto y lo moldeó juntos a los brillantes guionistas Betty Comden y Adolph Green. Mientras tanto, Gene y Stanley estaban en el rodaje de Un americano en Paris (An American in Paris, 1951) de Vincente Minnelli, película que terminaría ganando el Oscar al año siguiente. Luego de varios cambios en el guion, se lo enviaron a Kelly y este se sumó al instante, aportando a su vez su mirada y, por supuesto, creando sus grandes momentos.
Cantando bajo la lluvia es una comedia homenaje al cine con una capacidad de síntesis narrativa que aún hoy sorprende. Repasa años de industria cinematográfica mientras construye un puñado de personajes memorables. Cada uno está perfecto en su rol, pero siempre hay que destacar a Jean Hagen, que por su papel de villana insoportable debió sacrificar su imagen para que absolutamente nadie sintiera simpatía por ella. Hagen tiene un talento enorme, aunque interprete a una actriz al borde del abismo. Debbie Reynolds, por otro lado, era muy joven y las exigencias perfeccionistas de Gene Kelly le generaron una angustia permanente. La leyenda cuenta que el otro gigante del musical, Fred Astaire, la encontró llorando debajo de una escalera y terminó ayudándola un poco a recuperar su confianza en sus bailes. Cuando uno ve la película, Reynolds está perfecta.
Donald O´Connor es el ejemplo perfecto del artista total. Comediante brillante, cantante y bailarín fuera de serie, le juega de igual a igual a Gene Kelly pero se reserva el titánico número Make ‘em Laugh que lo terminaría llevando al hospital exhausto. Por supuesto, Gene Kelly es la estrella y tiene dos momentos inolvidables. El Broadway Rhythm Ballet, una memorable escena que muestra la capacidad de la película de ir en cualquier dirección sin perder fuerza y en la que aparece Cyd Charisse en una participación especial inolvidable. Pero claro, hay un número que lo cambiaría todo para siempre, el mismo que le da título a la película.
La canción Cantando bajo la lluvia es un clásico dentro de este clásico. Es el resumen del espíritu del film y momento inspirador que muchos han interpretado como un mensaje a Estados Unidos en épocas difíciles, en particular para la industria del cine. Hoy todos sabemos que Kelly estaba enfermo el día en que lo filmó, que hubo que mezclar con leche la lluvia artificial para que se viera en cámara y que hubo que hacer un complejísimo doblaje del sonido del zapateo. El resultado es la felicidad misma. Nadie que haya visto ese momento es capaz de borrar la sonrisa de su cara al terminarlo. Lo increíble es que este momento glorioso viene casi inmediatamente después del otro gran éxito musical de la película: Good Morning, en el que brillan Kelly, Reynolds y O´Connor por igual. Uno de esos números por separado es en sí un milagro, pero juntos, son de otro planeta.
El genio de Gene Kelly es posiblemente el corazón de la película, pero todos los mencionados también lo son. Si el cine es un trabajo en equipo, Cantando bajo la lluvia es la prueba definitiva. A pesar de todo lo relatado acá, la película tiene muchas más sorpresas e instantes memorables. Es una genuina fiesta del cine, una película que hace feliz a los espectadores del mundo desde hace setenta años.
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