Dirigida por Sebastian Schindel (El hijo, Crímenes de familia), La ira de Dios es uno de los estrenos que más se aguardaba para esta mitad de año. Apenas desembarcada en Netflix se convirtió en el film más visto en Argentina, dejando detrás al éxito de la película Garra, protagonizada por Adam Sandler.
Diego Peretti (El robo del siglo, Ecos de un crimen), Juan Minujín (El marginal, Los dos Papas) y Macarena Achaga (Luis Miguel, la serie) son los protagonistas centrales de la película que interpretan a Kloster, Esteban Rey y Luciana, respectivamente. La película relata el vínculo entre el escritor Kloster con su asistente (Luciana), quien se ve obligada a abandonar ese trabajo cuando el hombre se sobrepasa con ella. Así comenzará la pesadilla de Luciana, que va a ir perdiendo a cada miembro de su familia en extrañas circunstancias y se convence de que Kloster es el responsable. En medio de ese proceso buscará ayuda del exescritor Rey (ahora periodista), quien intentará demostrar que Luciana está en lo correcto. A continuación, las tres claves que hicieron que este thriller se convierta en un éxito arrollador en Netflix en apenas unos días.
La muerte
“Del polvo venimos y hacia el polvo vamos”. La muerte dice presente en cada una de las escenas de La ira de Dios. La extrema religiosidad de la familia de Luciana, hace que tomen la muerte como parte de la vida sin el dramatismo que conlleva. Cada uno de los fallecimientos son mostrados de manera muy gráfica. El cajón con los cuerpos sin vida entrando al crematorio una y otra vez es una de las escenas que nos recuerdan que la muerte nos rodea. Todos en definitiva estamos condenados a morir.
La manipulación
¿Cómo se hace para desconfiar de un hombre con excelente reputación que carga con una historia trágica sobre su espalda? Así es presentado ante la sociedad este hombre, Kloster, que lejos de ser una persona carismática, conecta con sus lectores desde el dolor de haber perdido todo, como fue la muerte de su esposa e hija. De esta manera, la carrera de Luciana por demostrar que estamos ante un hombre siniestro es casi una pelea perdida desde el inicio, ya que todos tienen que deconstruir esa imagen de impoluto que manifiesta y posee Kloster. Hábil como pocos, el escritor tiene a todos comiendo de su mano y nadie sospecha por un segundo de su posible responsabilidad. Manipula a su gusto a cada uno de los personajes que se le cruza, e incluso, logra hacerlo (por unos minutos) con el espectador.
El sello del director
El nombre de Schindel se convirtió en sinónimo de thriller. Sus anteriores films, El patrón de 2013 y El hijo de 2019 (ambas protagonizadas por el actor argentino Joaquín Furriel), fueron los que presentaron a este director como un armador de historias de tensión. Su obra anterior, Crímenes de familia (protagonizada por Cecilia Roth, Sofía Gala Castiglione y Benjamín Amadeo), también continuó con la misma línea del thriller psicológico. En este caso, La ira de Dios vuelve a repetir esos momentos que se convierten en una marca registrada de sus obras cinematográficas.
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