Marilyn Monroe es una de las estrellas más grandes de la historia del cine. Tan enorme es su fama que tiene fans que la aman sin haber visto nunca una de sus películas enteras. Personas que ni saben el nombre de esas producciones que la hicieron famosa. Sí, muchos la han visto y lo siguen haciendo, pero su condición de ícono superó por mucho su fantástica y a la vez breve carrera cinematográfica. Trabajó con varios de los mejores directores de la historia del cine y formó parte, como protagonista o actriz secundaria, de varios films que son obras maestras de la historia del cine. Se ha escrito más sobre su vida privada que sus películas, lo que no ha ayudado mucho a que se pueda apreciar correctamente su filmografía.
Algunos títulos fundamentales de su carrera han sido: Cuando la ciudad duerme (The Asphalt Jungle, 1950) dirigida por Fritz Lang, La malvada (All About Eve, 1950) dirigida por Joseph L. Mankiewicz, Vitaminas para el amor (Monkey Business, 1952) dirigida por Howard Hawks, Torrente pasional (Niagara, 1953) dirigida por Henry Hathaway, El príncipe y la corista (The Prince and the Showgirl) dirigida por Laurence Olivier, Una Eva y dos Adanes (Some Like It Hot, 1959) dirigida por Billy Wilder y Los inadaptados (The Misfits, 1961) dirigida por John Huston. No son todas, porque cada título en el que ella se hizo presente, los mejores y los peores, se volvieron clásicos. Hay dos títulos más que, curiosamente, han dejado las dos imágenes más memorables de la actriz y que también están disponibles para verse en copias impecables en HBO Max: Los caballeros las prefieren rubias (Gentlemen Prefer Blondes, 1953) dirigida por Howard Hawks, y La comezón del séptimo año (The Seven Year Itch, 1956) dirigida por Billy Wilder.
Los caballeros las prefieren rubias y sobre todo La comezón del séptimo año, nos han dejado para siempre las dos imágenes más perdurables e imitadas de la historia del cine. Marilyn no sería Marilyn sin esas dos películas, así de importantes son y así de poderosa es su imagen en ambos títulos. No es arriesgado decir que todos han visto al menos una imagen de alguna de las dos películas. Y si no lo han hecho, han visto al menos una imitación de dichos momentos. Así de enorme es el legado visual de la gran Marilyn Monroe, pero también el talento de los grandes directores, productores y guionistas con quienes trabajó. Ambas películas son, además, casi opuestas en su mirada del mundo, lo que todavía les da una riqueza mayor.
La comezón del séptimo año es una adaptación de una popular obra de Broadway y los protagonistas son Tom Ewell y Marilyn Monroe. Aunque podría decirse que ella es la segunda en tiempo en pantalla, su presencia es central y arrebatadora. No solo por su fotogenia, sino también porque el guion está centrado en la angustia del protagonista con respecto a su vecina de arriba. Richard Sherman (Tom Ewell) es un ejecutivo que trabaja en una editorial, un hombre común cuya esposa e hijo se van a Maine de vacaciones, dejándolo solo en Manhattan. Su vecina (Marilyn Monroe) es una actriz publicitaria y modelo que despierta en Richard las más alocadas fantasías y posteriores culpas. Entre las muchas idas y vueltas que el propio Richard produce, van al cine a ver El monstruo de la laguna negra. A la salida se produce una de las escenas más famosas y mal recordadas de la historia del cine.
Marilyn tiene puesto el vestido blanco que se volvería inmortal. Mientras caminan, pasan por una ventilación del subte y ella se detiene, dejando que su vestido se levante en más de una ocasión por el paso de la formación. Aunque en la película no se ven más que sus piernas, toda la publicidad de la película estuvo basada en ese instante, pero mostrándola de cuerpo entero. Las fotos de rodaje y publicidad también circularon por todos lados y la escena fue elevándose en fama con el correr de los años. Unos pocos segundos de película provocaron un escándalo mayúsculo. Marilyn se terminaría divorciando de su esposo Joe DiMaggio, dicen que durante el rodaje hubo peleas para ver quién del equipo podía estar en el estudio cuando se rodara la escena. Esa imagen se repite desde entonces en todo el mundo y ayudó al mito de Marilyn Monroe. Tan icónica era la actriz que su personaje en la película no tiene nombre, aunque el protagonista alude a que podría ser… Marilyn Monroe.
Luego vinieron las imitaciones, los homenajes, las copias, los cuadros, las fotos, las subastas. Cientos de películas y series jugaron con ese momento, desde comedias absurdas a films eróticos, pasando por series animadas y hasta una publicidad donde Willem Dafoe hacía el papel. El vestido fue subastado en el año 2011 por un valor de 4.6 millones de dólares. La locura despertada por ese momento no tiene comparación.
La película, por otro lado, aun siendo muy exitosa, no es la mejor comedia protagonizada por ella y el discurso de la película, aun siendo irónico, envejeció muy rápidamente. Solo Marilyn con su vestido se mantuvieron intactos. Si hay que poner dos o tres imágenes de la historia del cine, la de Monroe y su vestido nunca faltará. El director Billy Wilder quería filmar la película en blanco y negro, pero Marilyn había estipulado que fuera en colores, sin duda no se equivocó. Billy Wilder ganaría esa partida en su siguiente proyecto juntos: Una Eva y dos Adanes (1959), una verdadera obra maestra en la que ella compartía cartel con Tony Curtis y Jack Lemmon.
Si hablamos de cierta misoginia en La comezón del séptimo año, hay que decir que la otra gran película icónica de Marilyn es totalmente lo contrario. Los caballeros las prefieren rubias (1953) de Howard Hawks es una oda a la amistad femenina y sus dos protagonistas son fuertes, bellas y llevan la delantera en todo. La película fue la que convirtió a Marilyn en una mega estrella, además.
Lorelei Lee (Marilyn Monroe) y Dorothy Shaw (Jane Russell) son dos cantantes y bailarinas originarias de Arkansas. Se suben a un transatlántico en busca de un partido con dinero. Lorelei tiene un candidato millonario cuyo padre decide enviar a un detective para que la investigue. Dorothy es menos superficial, pero su lealtad a su amiga es absoluta. El barco está lleno de hombres y ellas son el centro de todo evento. En esa película, que es un musical, hay un número que sería definitivo para la carrera de Marilyn: Los diamantes son el mejor amigo de una chica (Diamonds Are a Girl’s Best Friend), cuando baila con un vestido rosa rodeada de hombres. Este número fue recreado por Madonna en Material Girl y por Nicole Kidman en Moulin Rouge, para citar dos ejemplos espectaculares que fueron más allá del homenaje y se convirtieron en grandes momentos en sí mismos. Marilyn está particularmente feliz en esta película. Sus dotes de comediante se ven en todo su esplendor y sin duda se trata de una de las mejores en su género. El plano final de la película, con las dos amigas yendo al altar, es uno de los más provocadores y modernos de la historia del Hollywood clásico.
La comezón del séptimo año se estrenó el 1 de junio de 1955, justo el día del cumpleaños 29 de Marilyn Monroe. La actriz moriría en 1962, a los treinta y seis años por una sobredosis de barbitúricos. Sobre su vida fuera de la pantalla se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo. Decenas de actrices la interpretaron y en este 2022 volvió a ser noticia mundial porque Kim Kardashian usó uno de sus vestidos para la Gala del MET.
Pero más allá de lo atrapante que sea su vida personal, su filmografía lo es todavía más. Muchas de sus películas están disponibles y puntualmente estas dos analizadas aquí se pueden ver en HBO Max. Se cumplen 96 años de su nacimiento y pueden apostar lo que quieran que en cuando se cumplan cien volveremos a ver en cine sus películas, se harán más documentales y se volverá con mayor fuerza sobre ella. La inmortalidad que logró Marilyn Monroe la han logrado muy pocos en la historia, pueden ver sus películas y averiguar por qué.
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