La única certeza al ver Love, Death & Robots es que no hay ninguna certeza. El cerebro detrás de esta serie es Tim Miller, el realizador de Deadpool (2016), una película que logró patear el tablero del cine de superhéroes. Uno de los productores es David Fincher, el director de Pecados capitales (1995). Miller dirige, además, tres episodios y Fincher uno del total de treinta y cinco capítulos que conforman hasta hoy las tres temporadas de esta serie.
Los episodios consisten en cortometrajes que duran entre 7 minutos como mínimo y 21 como máximo, siendo la duración más común un intermedio entre las dos mencionadas. No hay dos cortos iguales, a excepción de una secuela de un corto de la primera temporada que continua en la tercera. Hay sí, estéticas semejantes, pero aun en esos casos son la excepción más que la regla. Las historias suelen tener, como lo dice el título, amor, muerte o robots, a veces las tres cosas.
Los hay humorísticos y también dramáticos. Hay fantasías de época y relatos futuristas. Hay un solo episodio con actores actuando normalmente y el chiste es que allí los personajes observan como una civilización ha crecido en su refrigerador. Los hay livianos así como también hay algunos oscuros, violentos y con alto contenido sexual. Hay animaciones más sencillas y artificiales y otras que trabajan un hiperrealismo asombroso. La serie es casi un manual que muestra las posibilidades de la animación contemporánea y también un testeo de nuevas técnicas de animación para largometrajes, publicidad, etc. Aun cuando hay algunos cortos con estética retro, incluso esos muestran lo que hay disponible hoy en día.
Que tengan una duración variable le da una libertad tan grande para usar la técnica que deseen. Esa característica de la serie es lo que le otorga a cada historia una autenticidad difícil de lograr. Cada episodio es un mundo completo que se abre y se cierra frente a nuestros ojos. Algunos cortos son ingeniosas historias que se parecen a cosas ya vistas, a veces remitiendo a películas que conocemos y en otros casos con estructuras de cuentos fantásticos que aún hoy siguen sorprendiendo. Los cambios de tono también benefician mucho al conjunto, si todos fueran graciosos o si todos buscaran la gravedad siniestra la rutina se apoderaría de todo. El cortometraje es un formato donde el espectador tiene poca paciencia y si algo se vuelve tedioso no hay regreso. Lo mejor es ver un cortometraje por día para poder disfrutar cada uno, pero debido a su corta duración la tentación de verlos todos juntos es un poco inevitable.
No todos los gustos aceptarán con la misma alegría las distintas propuestas justamente por lo mencionado anteriormente, pero sin duda se podrá apreciar lo estimulante que es tener que construir un mundo cada quince minutos. Muchos tienen una narración casi inexistente y se construyen sobre la estética, otros tienen un mecanismo de relojería para que el guión cierre de forma brillante.
La sangre, el sexo, la violencia, la angustia existencial o el humor absurdo basado en temas serios como la muerte de Hitler, ofrecen un abanico de posibilidades que también permite el juego de elegir favoritos entre tantos. Y en algunos casos volver a verlos apenas se terminan. Hay algunos prodigios técnicos que son simplemente asombrosos. Love, Death & Robots es un verdadero festival de cortometrajes.
Love, Death & Robots ya estrenó su tercera temporada completa en Netflix.
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