Definitivamente, Lucasflm y Disney conocen a su público y la responsabilidad que conlleva hacer una serie como Obi-Wan Kenobi. No es como The Mandalorian que tenía margen infinito porque era una serie sobre personajes totalmente desconocidos, tampoco como El libro de Boba Fett porque nadie jamás pensó: “Uy, a ver qué hizo el cazarrecompensas durante su estadía en la panza del Sarlacc”. Con Obi-Wan (Ewan McGregor) y Darth Vader (Hayden Christensen) hay una poderosa carga emocional, por eso Disney+ lanzó los capítulos estreno antes de lo esperado. A continuación, algunas ideas sobre el debut y lo que nos espera. Sin spoilers.
El primer capítulo tiene un minucioso trabajo de poner en contexto a los espectadores y presentar a este Obi-Wan Kenobi, uno que desconocíamos, lejos del sabio maestro Jedi de las precuelas, pero también del agotado y más contemplativo de la película original. Aquí, Ewan McGregor construye un nuevo estado del personaje, un exiliado y en constante rol de vigía, un Obi-Wan que debe volver a su viejo oficio al mejor estilo del asesino a sueldo retirado como en John Wick, o la reciente Nobody de Bob Odenkirk, salvo que este nunca mató por encargo, sino que abandonó el uso de la Fuerza. Obi-Wan es ahora un hombre que se alejó del camino del Jedi. Vive atormentado por su pasado, con pesadillas diarias, y con único objetivo: proteger al niño Luke Skywalker. Hay un excelente trabajo del actor escocés por conseguir un nuevo registro para el mismo personaje. Primer punto a favor de la serie.
La serie comenzó con una escena que dejó en claro las intenciones de las seis partes de Obi-Wan Kenobi. Aquí Deborah Chow, directora, muestra a los espectadores lo que tuvieron que vivir los Jedis en el último tiempo. Excelente escena de acción, más cercana, más palpable, donde se ve la crueldad que cometió la Orden 66 y cómo todo ese episodio todavía repercute en la memoria y en el día a día del protagonista. Y desde el arranque se siente una serie más live-action que nunca por varios factores: los enfrentamientos, las locaciones, personajes con apariciones mínimas y todo eso hacer sentir más amplia la búsqueda de la serie, no una simple pelea entre el bien y el malo, sino algo que le sucede a la población de, en este caso, toda la galaxia y lejos del drama familiar de los Skywalker.
Parte de la cruda realidad que se vive en cada planeta también son los Inquisidores. Su presentación en la serie es llegando a Tatooine (en un fragmento que vimos en uno de los adelantos). Este grupo, bajo la tutela de Darth Vader, es el responsable de aniquilar a los últimos Jedi de la galaxia. Y aquí otro de los puntos positivos de la serie: la inquisidora Reva (Moses Ingram). No es un villano cualquiera, es un animal salvaje que está de cacería porque tiene hambre. No respeta los protocolos del imperio ni le interesan, ella desea la gloria y de la única manera que la conseguirá es atrapando a Obi-Wan Kenobi, el último Jedi de peso que, supuestamente, está libre en algún lugar de la galaxia. Vale como el trofeo más valioso porque es el más codiciado por su maestro. Además de Reva, correcta aparición del Gran Inquisidor de Rupert Friend, pese a lo poco entusiasta que fue su debut en los trailers.
El arco de Obi-Wan recién mostraba sus primeras armas en los casi 45 minutos de piloto, pero se tenía una gran sorpresa para el cierre de la Parte I que no develaremos para quienes no los hayan visto todavía. Si en toda la presentación de los personaje y los villanos creíamos que la serie iba a tomar un tono más Rogue One pero con la persecución de Obi-Wan en el centro, la sorpresa se concretó y cambió, por lo menos, los planes del capítulo dos. Y aquí el primer error necesario de la serie: repitió la fórmula de The Mandalorian para mover las piezas y encender la aventura. Obi-Wan necesitaba una excusa para volver a los caminos del Jedi. Todavía no se sabe si ese diminuto personaje continuará en la serie, pero sí que se sintió raro, aunque muy simpático.
En dos episodios, la trama avanzó rápidamente. Tres planetas diferentes, cazarrecompensas, estafadores, el bienvenido regreso de Jimmy Smits como Bail Organa, nuevos droides, se mete en los recuerdos sin anclarse en ellos y no depende de volver todo el tiempo a las películas porque tiene muchas cosas para contar. Hay más capas en esta desconocida historia de Star Wars y es gracias a las ventajas de contar una historia en seis partes. La mejor sensación que había dejado Rogue One, además de ese Darth Vader con su máximo poder, era conocer las historias mínimas de la Galaxia, lo mismo que las series animadas. Las consecuencias de la Guerra de Clones, el acoso de los Inquisidores, cómo ejercía su dominio el Imperio en los planetas y todos esos años inexplorados por las películas de Star Wars. Acá hay algo de eso, pero con uno de los protagonistas más grandes de toda la franquicia. Evidentemente la decisión de contar historias más chicas en las series, pero haber elegido a un Obi-Wan modo incógnito fue excelente.
Respecto a su ritmo, esta es una serie rápida, enfocada en lo que quiere contar y que necesitaba una excusa para poner en acción las cosas. No la quiero justificar, sigo pensando que fue una mala idea. Pero más allá de eso, la gran responsable de esta velocidad es el juego del gato y el ratón que propone la Inquisidora Reva que, según le dijo Hayden Christensen a Infobae, es casi el personaje más interesante de las nuevas incorporaciones. Lo está demostrando sin dudas. El uso Reva como villana dejó muy buenas sensaciones por su astucia, con recursos propios más allá de la fuerza y que Obi-Wan necesita un rival a su nivel, claro que todo este duelo desembocará en el regreso más esperado de la serie junto al protagonista.
Con la Parte I mejor lograda que la Parte II tanto en guion como en realización (por momentos se siente floja en algunos aspectos técnicos donde The Mandalorian demuestra excelencia), Obi-Wan Kenobi promete ser una de las ficciones más populares y fuertes de Disney+ y una digna hermana menor de las primeras dos trilogías de películas, pero el segundo episodio dejó varias dudas sobre la calidad de los próximos capítulos, pero para sacar conclusiones todavía hay tiempo.
El viaje emocional que brindan los primeros dos capítulos de Obi-Wan Kenobi significa que estamos ante la primera serie de Star Wars propiamente dicha. No es la extraordinaria The Mandalorian o El libro de Boba Fett, personajes que bordean el conflicto principal de La guerra de las galaxias, aquí estamos nuevamente hablando del destino de la galaxia -a futuro- y de la familia Skywalker, pero desde la frustración de Obi-Wan en sus años de exilio como el protector de Luke. Y pese a esta carga emocional, su mayor logro es que pudo establecerse como una continuidad digna, pero con un tono propio, muy diferente a las películas desde la ejecución al planteo de las historias. Quedan cuatro partes, mucho por explorar y el encuentro entre viejos amigos y actuales rivales, algo de que lo posiblemente hablaremos en las próximas semanas.
Obi-Wan Kenobi debutó con dos episodios y cada miércoles un capítulo estreno por Disney+.
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