Las miniseries como La ciudad es nuestra demuestran que seis episodios pueden ser un formato ideal para contar una buena historia sin dar vueltas, sin extender de más el guión y manteniendo siempre el rigor narrativo y dramático. La extensión es uno de los aciertos de esta historia creada por David Simon, el mismo que hace años nos trajo The Wire, una de las series más importantes del Siglo XXI. Hay varias conexiones entre ambas ficciones, empezando por la raíz periodística que ambas tienen. Otro motivo del gran resultado que obtiene La ciudad es nuestra es justamente ese, se ve real aunque esté protagonizada por actores que todos conocemos.
Se basa en el libro de Justin Fenton, un periodista del Baltimore Sun, como también lo fue en su momento David Simon. Su experiencia cubriendo la crónica de su ciudad le permitió entender detalles y sutilezas que no siempre se consiguen si se inventa una historia por completo. Al igual que The Wire, la acción transcurre en Baltimore y en ambos casos se originaron a partir del periodismo. Históricamente un subgénero policial se basó en la crónica de los diarios y fue el cine de gángsters. Es muy interesante que esa base se use hoy no tanto para describir a los criminales sino para mostrar el accionar violento y corrupto de la policía. Los toques realistas periodísticos son la sal que le da un sabor extra a estas ficciones basadas en hechos reales.
Cuenta la historia de una división de la policía de Baltimore, su creación y su caída. Se trata del grupo de rastreo de armas de fuego, manchado por la corrupción y caracterizado por el exceso de violencia. Violentos y corruptos, no tienen escrúpulo alguno a la hora de plantar evidencia, robar cualquier elemento de valor y descontrolarse con el uso de la fuerza. Todo esto en el marco de una creciente tensión social que está harta del racismo de las fuerzas policiales. Una olla a presión a punto de estallar, eso es La ciudad es nuestra, que narra la investigación sobre los crímenes policiales al mismo tiempo que reconstruye la historia de esta temible división.
Un buen guión, una sólida puesta en escena, la experiencia de quienes llevan adelante la historia, en todo eso está la potencia de la serie, pero finalmente hay un último toque que no puede ser subestimado. El protagonista de la historia, rodeado por un gran trabajo del resto del elenco, es lo que nos marca si vamos a creernos o no lo que estamos viendo. El más conocido del casting es también el más efectivo. Jon Bernthal interpreta al sargento Wayne Jenkins, emblema definitivo de la corrupción y la violencia policial en Baltimore o cualquier ciudad del mundo. Un personaje siniestro que está construido al milímetro. Su forma de actuar, de caminar, de bromear sobre los temas y hacerse el gracioso sin serlo son parte de la construcción que hace el actor. A medida que avanza la miniserie se vuelve cada vez más temible y se entiende como lleva a adelante a un grupo como un líder oscuro.
Jon Bernthal es un conocido actor de televisión, sus trabajos en The Walking Dead y más aún en The Punisher lo han vuelto una figura reconocible aún para quienes no conocen su nombre. Aceptó roles secundarios en muchos largometrajes, convirtiéndose en uno de esos actores cuya presencia mejora todo. En La ciudad es nuestra se mueve con naturalidad y la impunidad propia de esa clase de personajes siniestros que cree que nunca perderá el poder. Pero en Baltimore y en la sociedad hay cambios que él no es capaz de entender. La miniserie es apasionante cómo policial, pero también describe cómo han sido los últimos años con respecto a los crímenes raciales cometidos por la policial. De todo eso está hecho el excelente resultado de La ciudad es nuestra.
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