La vida imita al arte es una frase que todos hemos escuchado alguna vez, pero la serie Servidor del pueblo lleva esa expresión a un nuevo nivel de confirmación. HBO Max estrenó para Latinoamérica los primeros veintitrés episodios de una historia que en el 2019 asombró a todos cuando su protagonista, Volodímir Zelenski, al igual que el personaje que interpreta, se transformó en presidente de Ucrania. En el 2022, la invasión rusa colocó a Zelenski en el centro de la conversación mundial y la serie recibió un nuevo interés que generó genuina curiosidad acerca de lo que allí se contaba.
Servidor del pueblo cuenta la historia del profesor de historia Vasyl Petrovych Holoborodko (Volodímir Zelenski), quien sin que él lo sepa es grabado mientras realiza un apasionado y mal hablado discurso acerca de la política de su país. Enojado con la corrupción, la ineficacia y la clase dirigente, no se da cuenta de que alguien lo está mirando desde otra ventana mientras lo graba en su teléfono. La grabación se viraliza y el pueblo se interesa por este profesor, quien es apoyado por sus alumnos para que se presente a las elecciones. Ellos, mediante un crowdfunding, consiguen el dinero para financiar su campaña. Aunque está décimo en las encuestas, el profesor termina siendo electo como presidente del país, observado muy de cerca por los oligarcas locales que ven a este fuera del sistema como un muñeco fácil de manipular. Ese es recién el comienzo de la sátira política Servidor del pueblo.
Vasyl Petrovych Holoborodko se encuentra de la noche a la mañana con un cargo para el que no se ha preparado, pero con la absoluta convicción de querer hacer lo mejor, empezando por la honestidad total en sus acciones. Al principio el primer ministro, miembro de la clase política más antigua, lo guía sin problemas, haciéndole perder el tiempo con presentaciones, protocolos y códigos del trabajo que realizan. El nuevo presidente observa la cantidad de empleados inservibles que tiene el gobierno, el exceso de burocracia e ineptitud, así como una corrupción que atraviesa todos los niveles.
El buen profesor de historia fue reemplazado por el popular comediante, pero ambos sorprendieron llegando al poder. Para quienes viven en países donde la corrupción es un tema grave, la serie ofrecerá algo más que una mirada sobre Ucrania, claro está. Ver cómo en lugar de elegir a políticos de carrera, el presidente elige gente honesta capaz de realizar bien las tareas asignadas. También es importante decir que acá pasa lo mismo que en los films del mencionado Frank Capra, la inocencia de la historia en realidad es la manera en la cual el director denuncia la realidad haciéndola tolerable para el espectador. El mejor ejemplo de esta clase de films es Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) protagonizada por James Stewart, una de las películas más importantes del Hollywood clásico.
Por supuesto que al ser vista hoy, nadie puede evitar observar el rostro del actor antes de los duros momentos que le están tocando vivir y también las referencias posibles a los conflictos que hoy ennegrecen el presente de Europa. Como el protagonista es profesor de historia, le aparecen de forma imaginaria diferentes personajes históricos, tanto líderes como políticos, tan diferentes como Abraham Lincoln, Ernesto Guevara, Julio César, Al Capone o Iván El Terrible. Los conocedores de la realidad ucraniana captarán muchos más matices, pero a juzgar por el hecho de que Zelenski llegó a la presidencia, la serie algo sensible debe haber tocado.
Servidor del pueblo no es un mero entretenimiento. El personaje del canciller es justamente un exactor que ahora trabaja en ese puesto. Su asistente, experta en diplomacia, discute todo el tiempo acerca de las diferentes costumbres, pero en particular charlan sobre el humor. Esas reflexiones sobre la comedia en manos de un actor que se convierte en político muestra la mirada de Zelenski sobre su propio futuro.
Y finalmente está claro que el espectador actual espera referencias a Rusia y a Vladimir Putin. No son tantas, pero allí están, resignificadas en este presente terrible. Un chiste sobre un reloj de lujo que le ofrecen al presidente diciéndole que Putin usa el mismo no gustó en Rusia y cuando se lo puso al aire la escena fue cortada. Más cerca del final de la primera temporada aparece toda una discusión, menos directa, acerca del acercamiento de Ucrania a Europa y su alejamiento de Rusia, para discutirlo utiliza a una de las figuras históricas mencionadas, lo que no le quita peso, para nada. Y hay una broma de final de temporada que no hay que anticipar, pero deja a todos con los ojos abiertos de par en par. La serie es entretenida, tiene una hermosa canción de apertura con unos títulos muy amables. Verla en el 2022 la hace doblemente interesante.
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