Ciudades arrasadas, planetas al borde de la catástrofe, invasiones marcianas, proezas contrarreloj, todos los ingredientes del cine catástrofe del cineasta alemán Roland Emmerich. Moonfall (2022) tiene todos los elementos de su cine, de hecho es un compendio de todo lo que ha realizado desde sus primeros films en Estados Unidos, hace ya dos décadas. Una fuerza ha afectado la órbita de la Luna y la consecuencia se empieza a sentir en el planeta Tierra. Una vez más, la humanidad está en peligro y la única salvación posible es una temeraria misión suicida para combatir y contrarrestar a esa fuerza destructiva.
El atractivo principal para ver Moonfall es la filmografía previa de Roland Emmerich, quien se ha forjado un nombre dentro de la ciencia ficción y el cine catástrofe. Stargate (1994), Día de la independencia (1996), Godzilla (1998), El día después de mañana (2004) y 2012 (2009) son algunos de sus títulos más exitosos, aunque no los únicos. Pero sí todos ellos se dan cita en este nuevo largometraje que combina el estilo desaforado de cine catástrofe a lo Emmerich con elementos de la ciencia ficción con aires de trascendencia. Una gran mezcla con resultados discutibles en esta película.
Los protagonistas son dos astronautas que diez años atrás protagonizaron una polémica misión fallida que marcó sus vidas. Ahora, Jo Fowler (Halle Berry), convertida en ejecutiva de la NASA, y Brian Harper (Patrick Wilson), marginado y expulsado que apenas vive del recuerdo, deberán reunirse nuevamente y asumir la tarea más importante de sus vidas. Tampoco falta un nerd que se comporta como un loco, KC Houseman (John Bradley), al que nadie desea escuchar, pero que tiene las respuestas que ni el propio gobierno ha obtenido. Todas las fórmulas ya transitadas, todo lo que ya se ha hecho muchas veces, un compendio de los propios lugares comunes del Roland Emmerich.
Desde hace décadas existe la teoría de que el director hace comedias y que todos sus films son paródicos. Pero para quienes aman su cine así como para los que lo detestan, la mayoría no creen esta teoría. Acá es la única chance de disfrutar de la película, porque todo va más allá de lo que se ha tolerado en su cine hasta la fecha. Los efectos visuales se ven de muy baja categoría, incluso son usados en escenas que habitualmente no los tendrían. Al trío protagónico lo acompaña una segunda historia con sus hijos que se lanza a códigos de inverosimilitud que no son aceptables ni siquiera en este contexto.
Pero el espectáculo está y lo que se puede describir como algo malo podrá ser motivo de consumo irónico y diversión. No es una comedia, eso debe quedar claro, pero algunas escenas causan gracia. Está claro que el director estuvo viendo algunos títulos de ciencia ficción de los últimos años, en particular Interestelar (2014) y Ad Astra (2019) pero sin el pulso dramático ni la belleza visual de esos dos largometrajes. Y ese es posiblemente el gran problema de Moonfall, que luego de un discreto paso por los cines ahora llega a Amazon Prime Video. La película carece de un lenguaje cinematográfico atrapante y no intenta ni por asomo ninguna de las formas de belleza que la ciencia ficción siempre ha sido capaz de desplegar.
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