En sólo una semana, la producción india Gangubai Kathiawadi llegó al número 1 del Top 10 global de Netflix para películas internacionales: con casi 14 millones de horas vistas, lideró rankings en lugares como Canadá, el Reino Unido y Australia.
Si bien tiene toda la intensa actuación y la música estridente de un film de Bollywood, está basada en una historia real: la de una muchacha traicionada por el hombre que supuestamente la amaba y que en cambio la vendió a un traficante, que se alzó hasta convertirse en una madama, una líder mafiosa de Bombay y una activista defensora de los derechos de las trabajadoras sexuales.
Ganga Harjeevandas creció en una familia educada de Kathiawar (hoy Guyarat) y soñaba con triunfar como actriz de cine en Bombay. A los 16 años se escapó con su prometido, bastante mayor, quien una vez en la gran ciudad la vendió a un burdel por 1.000 rupias. En su primer tiempo como trabajadora sexual comenzó a mostrar liderazgo e inteligencia, y pronto se convirtió en la madama de varios kuntankhanas, como se llamaba a los prostíbulos del barrio de Kamathipura. Cambió su nombre de clase media a Gangu, olvidó sus modales y se convirtió en una feroz defensora de más de 4.000 mujeres, que le agregaron a el sufijo honorífico de bai.
La película de Sanjay Leela Bhansali, que ha recibido elogios por su realización y por el trabajo de la protagonista, Alia Bhatt, sigue la transformación de una muchacha traficada en una líder social que llegó a plantearle al primer ministro Jawaharlal Nehru la necesidad de proteger a las trabajadoras sexuales de la violencia y la discriminación que sufrían. Parte importante del relato concierne a Rahim Lala (interpretado por Ajay Devgn), el despiadado jefe de la mafia local que protegió a Gangubai de un hombre que la abusaba física y financieramente.
En la década de 1960, cuando la escuela secundaria de niñas St. Anthony comenzó una campaña para cerrar los prostíbulos en Kamathipura, Gangubai se opuso y lideró a todas las trabajadoras sexuales que, arrojadas al margen de la ley, no podían enviar a sus hijos allí ni a otra escuela, ni abrir una cuenta bancaria, y se quedarían sin hogares si el colegio lograba cerrar el barrio rojo.
Para contar esta épica tan dura, Bhansali compuso las canciones que parecen hacer bailar a la cámara, que va en zig-zag, se acerca y se aleja. Bhatt baila y encabeza los números musicales con energía y su actuación logra captar la enorme complejidad del personaje. Porque Gangu es idealista pero también mandona y arrogante, y si acaso trata de moderar su irritabilidad es tomando vodka que siempre parece tener a mano. Con todo, es también la activista que pronunció un discurso memorable en Chicago, durante una conferencia sobre derechos de las mujeres.
En esta reconstrucción del Bombay de los sesenta se ve a la Madama de Kamathipura o Reina de la Mafia, como se la conocía, ir de uno de sus burdeles a otros en un Bentley negro —la única en su rubro que tenía tal automóvil entonces— y ocuparse de otros negocios clandestinos, como el tráfico de drogas, vestida en un sari blanco siempre perfecto. A la vez se ocupaba de graves cuestiones como los huérfanos del barrio y los problemas de las trabajadoras sexuales. Y cuando veía en los prostíbulos a muchachas con sueños de Bollywood como aquella de 16 años que había sido ella, las ayudaba a regresar a sus hogares.
La película se basa en Mafia Queens of Mumbai (Reinas de la mafia de Bombay, 2011), libro de Hussain Zaidi que le dedica un capítulo a Gangubai. Acompañan a Bhatt, además de Devgn, Shantanu Maheshwari, Varun Kapoor, Vijay Raaz, Indira Tiwari, Seema Pahwa y Jim Sarbh.
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