La tendencia se vio desde el primer instante: a sólo tres días de su estreno, el 15 de abril, Anatomía de un escándalo (Anatomy of a Scandal), la miniserie británica protagonizada por Sienna Miller, Rupert Friend y Michelle Dockery, desplazó a la segunda temporada de Bridgerton del primer puesto en el ranking de series de Netflix en los Estados Unidos. Ahora, con sólo una semana en el Top 10 Global, es la número 1 en el mundo entero. Y por mucha diferencia: acumuló 75,6 millones de horas vistas, mientras que el romance de Anthony y Kate logró 46 millones.
“Es realmente amable de parte de Boris Johnson y el gobierno que nos estén haciendo tanta publicidad”, dijo Sarah Vaughan, la autora del best seller en el que se basa la producción, a la edición británica de Harper’s Bazaar. “Barnard Castle, el partygate, esa presunción de que la administración actual simplemente puede romper las reglas sin parar. Es un poco extraño lo bien que todo encaja con la serie”.
Realizada por Melisa James Gibson (House of Cards), y escrita por David E. Kelley (Big Little Lies, Ally McBeal), Anatomía de un escándalo presenta a James Whitehouse (Friend), un ministro del gobierno británico, rico y poderoso, íntimo amigo del primer ministro Tom Southern (Geoffrey Streatfeild), a quien conoció en sus años de estudiante en la Universidad de Oxford cuando ambos eran parte del exclusivo Club de los Libertinos.
James también conoció en Oxford a Sophie (Miller), con quien se casó y tuvo dos hijos. Pero el hogar perfecto y la vida privilegiada de los Whitehouse se ven afectados por la revelación de un periódico sobre el affair que James tuvo con su asistente en el Parlamento, Olivia Lytton (Naomi Scott). Y seriamente descarrilan cuando Lytton lo acusa de violación, por lo cual es separado del gobierno y enfrenta un juicio.
Detrás de esta serie y de Bridgerton completaron el ranking de Netflix Conversations With a Killer: The John Wayne Gacy Tapes (número 3, con 37,5 millones de horas vistas), The Ultimatum: Marry or Move On (4, 29 millones), la quinta temporada de Selling Sunset (5, 28,4 millones), la primera temporada de Bridgerton (6, 17,3 millones), Hearstopper (7, 14,6 millones), The Creature Cases (8, 13,6 millones), la décima temporada de Married at First Sight (9, 12,8 millones) y el nuevo trabajo de la productora de Michelle y Barack Obama, Our Great National Parks (10, 11,8 millones).
Pero ¿a qué se debe el éxito aluvional de Anatomía de un escándalo? Estas cinco razones sin dudas han contribuido.
1) La actuación de Sienna Miller
La serie está contada desde los ojos del personaje de Sophie, el que sufre una transformación radical a lo largo de los seis episodios. Ella está acostumbrada al privilegio y también a la exposición que trae la carrera de su esposo: el escrutinio de la prensa, las humillaciones de los opositores, el acoso de los paparazzi.
Pero ante todo Sophie quiere sacar adelante a su familia, y está dispuesta a lo que haga falta para defender al padre de sus hijos. Pero sus convicciones sobre la naturaleza de quien creía que era un buen hombre tambalean a medida que escucha a la fiscal Kate Woodcroft (Dockery) y a Olivia. Incluso su percepción de sí misma cambia en este proceso, y la actriz logra expresar ese difícil tránsito.
2) Posee un gran elenco
Además de Miller, Friend y Dockery, el elenco está lleno de probados actores del teatro, el cine y la televisión. Entre ellos se destacan Sebastian Selwood, Amelie Bea Smith, Ben Radcliffe, Naomi Scott, Josette Simon, Kudzai Sitima, Jonathan Coy y Tom Turner.
3) La verosimilitud de los hechos
Si bien no está basada en un caso real, la trama que creó Vaughan se nutre de los años que la escritora pasó como cronista de los tribunales. En particular de dos: uno de 2004, cuando Johnson ascendía entre los conservadores como parlamentario y los medios difundieron que tuvo un affair con una columnista del Spectator; el otro, de 2014, involucró al futbolista Ched Evans, condenado por la violación de una muchacha de 19 años. Evans logró un nuevo juicio y su defensa se centró en exponer la historia sexual de la acusadora y, aunque eso no estaba en relación directa con el hecho, Evans fue hallado no culpable.
En un momento James dice “Con 100% de certeza, no fue una violación”, sin vacilar y sin considerar tampoco que Olivia podría haber cambiado de opinión durante su encuentro y él podría no haberla escuchado. Su corte de pelo cuadrado, sus amigos poderosos y sus abogados caros hacen de James la cara del privilegio en una sociedad sin igualdad de géneros.
De manera coherente, su defensa ataca a Olivia: a ella le gustaban las “situaciones peligrosas” y muchas veces antes había iniciado un contacto sexual con él. Que eso no se aplicara al hecho denunciado no parece importarle a James, acostumbrado a actuar como desea y sin consecuencias. A diferencia de Sophie, su personaje nunca deja de ser igual a sí mismo y ni siquiera comprende que el punto de vista de otro pueda ser tan real como el suyo.
4) El Club de los Libertinos
Si la vida de los ricos siempre parece interesante, la vida de unos jóvenes ricos que crean en Oxford un Club de los Libertinos al que pocos pueden entrar resulta mucho más atractiva. La serie trabaja con flashbacks para presentar el pasado de los personajes y ficcionaliza una fraternidad universitaria verdadera, el Bullingdon Club.
Ben Radcliffe interpreta al joven James en sus años de juventud y Jack Simmance a su compañero Southern. Los Libertinos, igual que el Bullingdon, se fundaron como club de caza y cricket exclusivo para varones. El Bullington cambió mucho desde 1780, y en la década de 1980 se lo conocía básicamente por emborracharse, gritarles groserías a las muchachas y demoler restaurantes. Johnson y otro primer ministro, David Cameron, fueron miembros del club.
5) El formato del drama judicial
El thriller en los tribunales es un género favorito del público global, y posiblemente se vuelva irresistible con la pompa británica de togas y pelucas.
La fórmula de un drama judicial es tan estable como eficaz: una intriga —la culpabilidad o la inocencia de un individuo, y por ende la posibilidad de reparación o no de una víctima— que se desarrolla centralmente en una sala legal, pero puede salir de ella para encontrar pruebas, brindar contexto o revelar puntos de vista. La unión entre la cámara y la corte genera símbolos de gran impacto en el público porque refleja dilemas de la vida real.
“Las historias sobre el sistema legal están mezcladas con la vulnerabilidad humana”, analizó la publicación de la Asociación Estadounidense de Abogados (ABA). El courtroom drama logra, con intrigas morales en lugar de escenas de acción, que el público se fascine con la lucha entre el bien y el mal.
SEGUIR LEYENDO: