A sólo tres días de su estreno en Netflix, el 15 de abril, Anatomía de un escándalo, nueva serie limitada británica, desplazó a la segunda temporada de Bridgerton en el número 1 de su Top 10 en los Estados Unidos. Esta adaptación del best seller de Sarah Vaughan protagonizada por Sienna Miller, Rupert Friend y Michelle Dockery entró también velozmente al ránking global, donde se ubicó tercera con más de 40 millones de horas de visualización.
Desde el caso Profumo, los escándalos que combinan sexo y política han tenido un fuerte tratamiento público en el Reino Unido, y entre los más recientes se destacan la acusación de asalto sexual de un menor por parte de un miembro del Parlamento, la condena a dos años por violación de otro y la hospitalización por excesos de un tercero, además del caso del príncipe Andrés, quien hizo un arreglo económico para no ir a juicio por el abuso de Virginia Roberts cuando ella era menor de edad y era manejada por Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell.
Esta suerte de collage de procesos judiciales que Vaughan cubrió a lo largo de los años cuenta la historia de James Whitehouse (Friend), un ministro del gobierno británico e íntimo amigo del primer ministro (Geoffrey Streatfeild), felizmente casado con Sophie (Miller), con quien ha tenido dos hijos a los que enseña que “¡Los Whitehouse siempre salen ganando!”, según repite. Pero su vida privilegiada comienza a derrumbarse cuando un periódico revela que ha tenido un affair de cinco meses con su asistente en el Parlamento, Olivia Lytton (Naomi Scott).
Sophie lo defiende, convencida de que el padre de sus hijos es un buen hombre, hasta que Olivia denuncia a James por violación y comienza un juicio. Entra entonces en escena la fiscal Kate Woodcroft (Dockery), quien por algún motivo no parpadea siquiera ante el despliegue de poder del ministro forzado a dejar el cargo mientras dure el proceso.
El desarrollo de los argumentos de la acusación y la defensa abrirá grietas en las convicciones de Sophie, y la serie realizada por la ex showrunner de House of Cards, Melisa James Gibson, y escrita por David E. Kelley (Big Little Lies, Ally McBeal), está narrada desde sus ojos.
Mediante flashbacks, Anatomía de un escándalo cuenta cómo se conocieron James y Sophie, cuando ambos eran estudiantes en Oxford. Allí también nació la amistad entre el parlamentario y el primer ministro, pues ambos eran miembros del exclusivo Club de los Libertinos, un grupo de jóvenes ricos que se dedicaban a hacer fiestas famosas, romper la paz en los restaurantes y —según se ve en el juicio— cometer algunos delitos.
La trama va entretejiendo el pasado y el presente, mientras los temores y las dudas crecen en la mente de Sophie. Con sutileza —aunque no tanta como I May Destroy You, de Michaela Coel— los seis episodios abordan el significado del consentimiento en el sexo; en un momento de gran intensidad, la fiscal ordena al jurado que evalúe tanto si Olivia dio su consentimiento como si James consideró si ella estaba consintiendo.
El resto de los temas son los habituales en la política del primer mundo: el privilegio, el mundo rarificado de los poderosos donde la justicia deja de mirar a todas las personas con la misma imparcialidad, la diferencia entre las apariencias y la realidad. La fiscal tiene su propia historia, que amenaza la estabilidad del gobierno del primer ministro como la propia identidad de esta mujer decidida.
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