La década del setenta fue la década del cine catástrofe. Aeropuerto (1970), La aventura del Poseidón (1972), Terremoto (1974) e Infierno en la torre (1974) conformaron un cuarteto imprescindible para entender el género que dominó gran parte de la taquilla de la década. Grandes elencos, enormes presupuestos, imágenes impactantes, todos los miedos del ser humano a las catástrofes naturales o provocadas por las personas. El cine catástrofe no nació en esos años, pero alcanzó su punto más alto. Infierno en la torre elige contar la historia del más ambicioso rascacielos de San Francisco y de cómo se desata un incendio que parece imposible de controlar.
Infierno en la torre (The Towering Inferno) tiene desde su origen la grandilocuencia de estas producciones. Por primera vez dos estudios se unieron para producir una misma película: 20th Century Fox y Warner Bros. Está protagonizada por dos grandes estrellas: Steve McQueen y Paul Newman. Está dirigida por dos directores: John Guillermin e Irvin Allen, este último concentrado en las escenas de acción. Tuvo dos directores de fotografía, cada uno con un director. Y finalmente está basada en dos novelas. “The Tower” de Richard Martin Stern, y “The Glass Inferno” de Thomas N. Scortia y Frank M. Robinson. En realidad, los derechos de la segunda fueron adquiridos para que nadie pudiera desarrollar un proyecto parecido.
Las dos novelas mencionadas se inspiraron en la construcción de dos torres que serían un emblema de Nueva York: Las Torres Gemelas. Aun así, la película transcurre en San Francisco. Como todo film de cine catástrofe, toda la parte previa juega con el melodrama. Historias de amor prohibidas, ambiciones desmedidas, pequeñas miserias y grandes ambiciones que terminarán quedando de lado cuando surja el desastre. Antes de la inauguración de la torre se realiza una fiesta para la elite de la ciudad. El lugar es el salón de baile, ubicado en la zona más alta del edificio.
Pero por un acto de corrupción por parte del yerno del constructor, se produce una falla que comienza un incendio. Las alarmas fallan y los pisos vacíos hacen que nadie resuelva el problema a tiempo. El constructor, interpretado por William Holden, no quiere que se desate el pánico, pero el arquitecto del edificio, Doug Roberts (Paul Newman) descubre la catástrofe que se avecina. Cuando llegan los bomberos, comandados por el jefe Michael O’Halloran (Steve McQueen) el incendio ya avanzó demasiado, en parte porque las instalaciones de seguridad no están completamente en funcionamiento. Deberán rescatar a la gente del salón de baile y al resto de las personas que están en el edificio antes de que el infierno sea total.
A las tres estrellas mencionadas hay que sumarle al elenco a Richard Chamberlain, Faye Dunaway, Susan Blakely, Jennifer Jones, Robert Vaughn, Robert Wagner, O.J. Simpson y Fred Astaire, este último el lujo definitivo del casting. La película recibió 8 nominaciones al Oscar, incluyendo una para Fred Astaire y también mejor película. Al final obtuvo tres de ellas, mejor fotografía, montaje y canción, We May Never Love Like This Again. Las dos grandes estrellas, Paul Newman y Steve McQueen tuvieron toda clase de discusiones de cartel, pero nunca enfrentamientos. Cada uno cobró un millón de dólares por su papel, más un 10% de la recaudación de la película. Si se tiene en cuenta que a nivel mundial recibió 203 millones de dólares, se puede decir que todos quedaron contentos. Steve McQueen estuvo cuatro años sin hacer otra película luego de esta y Paul Newman dijo que no volvería a hacer esta clase de cine. No cumplió, porque en 1980 volvió a trabajar con el productor Irvin Allen en Al filo del tiempo.
Sea que lo hayan hecho por amor o por dinero, los dos protagonistas brillan en sus papeles y el elenco está a la altura de sus nombres. Fred Astaire interpreta a un estafador que finalmente muestra un gran corazón y su rol es encantador. Las escenas del incendio son abrumadoras y la gente en las salas salía conmovida. Tiene todos los lugares comunes del género y por eso también gusta tanto, no existen sorpresas acá, aunque en 1974 era mucho más novedoso el concepto del rascacielos en llamas. Hay varios momentos de tensión que aún hoy siguen siendo inolvidables, lo que demuestra la efectividad de la historia.
Infierno en la torre fue la película más taquillera del año 1974. Sin saberlo, fue el cierre de una época. El año siguiente se estrenaría Tiburón (1975) de Steven Spielberg y los récords de recaudación se dispararían. Pero irónicamente el film de Spielberg también es catalogado como una película dentro del género catástrofe, tan solo que costó mucho menos y recaudó mucho más, y por supuesto tiene un estilo visual mucho más personal. Ya no se necesitaría una docena de estrellas y los espectadores también cambiarían.
Por otro lado, los rascacielos al estilo del que aparece en Infierno en la torre ya no serían una excepción, sino una regla, y no causaría tanta gracia verlos en llamas. En cuanto a las Torres Gemelas que fueron la inspiración para las dos novelas y este título, serían derribadas en un ataque terrorista que marcaría la historia de la humanidad. Ningún guionista se hubiera atrevido a pensar algo tan terrible. Infierno en la torre denuncia la corrupción y está dedicada a los que combaten el fuego, pero al final del día su pretensión es por encima de todo la de crear un gran espectáculo para la pantalla grande. Ese objetivo lo logró con creces y por eso se transformó en un clásico.
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