En uno de los episodios de Minx un grupo de feministas universitarias se unen a un grupo católico para destruir los ejemplares de la primera revista erótica para mujeres. Es una escena perfecta que resume el espíritu inteligente y contracorriente de esta comedia brillante creada por Ellen Rapoport y estrenada en HBO Max.
No son tiempos fáciles para las series. La cultura de la cancelación hace que cada nueva propuesta sea examinada con lupa. Por eso Minx se destaca tan fácilmente: no solo es muy divertida y está bien filmada, sino que trae una inteligente bocanada de aire fresco. Es una comedia que no respeta dogmas y que abre, siempre con humor, preguntas acerca de las ideologías, de los setenta y de la actualidad.
La serie transcurre en Los Ángeles durante los años de la segunda ola del feminismo en Estados Unidos. Que también es la época del furor del porno en esa ciudad. Minx une ambas cosas de una forma sorprendente pero no inverosímil, ya que el debate existió en la vida real, más allá de esta ficción.
Joyce (Ophelia Lovibond) es una joven feminista que intenta conseguir editores para una revista. Nadie se interesa en el proyecto hasta que se cruza con Doug (Jake Johnson), un editor de publicaciones pornográficas. El único interesado en la propuesta de Joyce le propone hacer una revista erótica para mujeres, una innovación para el mercado. Y también para la idea original de publicación feminista que imaginaba Joyce.
Ambos proyectos parecen incompatibles, pero poco a poco surgen los puntos que pueden tener en común. Joyce trae con ella toda la teoría feminista y Doug vive en el mundo concreto de la situación de las mujeres en la industria: ambos aprenderán del otro. Lo más rico de la serie se encuentra en el staff entero de la editorial y en la búsqueda de patrocinadores, así como en el rechazo que reciben al empezar a promocionarla. La idea de una revista en la cual el desplegable del centro sea un hombre desnudo y no una mujer produce una conmoción en la sociedad.
El encanto de la serie es ese contraste en las teorías —en este caso feministas— y la realidad. Joyce tiene las mejores intenciones y su mirada sobre el machismo es correcta, pero en lo que respecta a la libertad de las mujeres y su deseo de ser lo que quieran le queda mucho por aprender. En el medio ella va despertando conciencias, siempre con mucho y muy bien ejecutado humor.
Hace unos años una serie apeló a la nostalgia de décadas pasadas y creó una comedia feminista no dogmática. Se trataba de Glow, que llegó a tres temporadas y fue cancelada durante la pandemia. Minx recuerda muchas de las virtudes de esa serie y por momentos parece claramente inspirada en ella. Cada episodio es una evolución de lo presentado al comienzo, con una lucidez que hoy parece un poco más necesaria que nunca en particular en las producciones para televisión.
Todo lo demás —una gran ambientación, una banda de sonido superlativa, los peinados de la década en todo su esplendor— por supuesto que no falta. La serie también es inevitablemente explícita en su exhibición de los cuerpos masculinos desnudos, lo que aporta a la comedia y no deja de ser muy diferente a todo lo que se conoce. Se habla de sexo, de feminismo, de cuerpos, de placer, de ideología, de prejuicios, de moral y también del machismo que a los ojos del 2022 es más que evidente.
Minx, serie a la que en Latinoamérica se le agregó la frase Una para ellas en el título, está plagada de conceptos muy profundos presentados como la más divertida y graciosa de las comedias. Un retrato de época que hoy vuelve a estar vigente, una historia que demuestra que hay espacio para pensar libremente, sin dejarse encerrar por los dogmas y sin tampoco aceptar lo que está mal en una sociedad. Sin duda alguna, una de las comedias del año.
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