El cine de terror es un género tan popular como adocenado. No para de lanzar películas, franquicias, secuelas y remakes, y repite fórmulas y estilos. Pero cada cierta cantidad de títulos aparece alguno que marca una diferencia. Una película que cumple con el terror, la violencia y la sangre, pero a la vez ofrece una historia original y sorprendente. Una película como Midsommar.
Los jóvenes protagonistas de la historia son Dani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor). Ellos atraviesan una fuerte crisis en su pareja que pone en peligro su relación. Dani carga sobre sus hombros un brutal trauma, producto de la muerte de su familia. Los amigos de Christian creen que la relación ya no tiene arreglo y se lo hacen saber. Pero Christian decide invitar a Dani a un viaje que iba a ser solo para compartir con su grupo de amigos. Es la manera de darle a la pareja una última oportunidad. No muy contentos, los amigos de Dani aceptan.
Todos viajan a un retiro en una idílica isla sueca donde viven los familiares de uno de ellos. Serán las vacaciones donde las cosas recuperen su orden. Los espectadores reconocemos el perfecto punto de partida para un film de terror. La película de Ari Aster no defrauda.
El viaje es en la fecha de un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota. Aunque se trata de unas vacaciones, los jóvenes, todos ellos estudiantes, tienen un interés antropológico por las extrañas costumbres del lugar. Christian y Josh ven en la arcaica costumbre una tema perfecto para la tesis que están preparando. Este costado de investigadores será lo que abra la puerta para los apuntes más interesantes de la historia.
Experimentando con drogas, el grupo de jóvenes está todavía más vulnerable frente al entorno; el relativismo cultural que sostienen les anula las alarmas que comienzan a sonar cada vez más fuertes. Una de las grandes preguntas que se suele hacer quien ve cine de terror es por qué los protagonistas no huyen cuando algo no anda bien. Acá la respuesta surge perfecta, además de brindar una interpretación aguda del comportamiento humano. Dani no tiene interés antropológico pero está tan herida por su tragedia familiar que se encuentra frágil ante las fuerzas que se manifiestan ante sus ojos.
En Midsommar hay también una gran lectura política del presente y un sutil y agudo sentido del humor para ironizar sobre el mundo civilizado, cada vez más rendido a los grupos violentos e irracionales.
El director maneja muy bien el crecimiento dramático y consigue aterrar de forma gradual y a plena luz del día. El terror diurno es una variable del género que requiere mucho pulso y una enorme seguridad a la hora de narrar. A todos les asusta la oscuridad, pero durante el día hay que construir algo mucho más sofisticado. El film anterior de Aster, El legado del diablo (Hereditary, 2018), ya lo había ubicado como uno de los grandes realizadores contemporáneos, algo que se confirma aquí.
Y no hay que quitarle mérito tampoco a la protagonista, Pugh, cuya carrera ha sido tan meteórica que parece ya tener décadas. Su primer papel importante fue en Lady Macbeth (2016) pero le siguieron varias películas populares, llegando a un 2019 particularmente importante con Luchando con mi familia (Fighting With My Family), Midsommar y Mujercitas (Little Women), tres roles tan diferentes que es posible que muchos espectadores no hayan notado que era la misma actriz. En el 2021 ya estaba trabajando en Black Widow, una superproducción de Marvel. Pero de todos sus papeles es posible que el de Dani sea el más intenso y difícil de su carrera.
La versión que llega a Netflix y que se estrenó en cine tiene una duración de 147 minutos. Hay otro montaje, hecho por el director, de 171 minutos. Entre ambas películas existen varias diferencias, pero lo más significativo es que la versión más extensa tiene escenas bastante difíciles de tolerar por su violencia y su sangre.
Se le ha criticado a Aster un exceso de esteticismo, no solo de violencia, pero en cualquier caso son defectos vinculados con su estilo. Un film de terror que asuste, tenga estilo y una gran protagonista no es algo tan fácil de conseguir.
SEGUIR LEYENDO: