Como “La casa de papel”, pero en la realidad: “3 toneladas: asalto al Banco Central de Brasil” sube en el Top 10 de Netflix

La miniserie cuenta la minuciosa planificación de un asalto de 2005 en el que se esfumaron USD 60 millones de dólares, de los que sólo se recuperó la octava parte. Muchos sospechosos, pocas pistas serias y una estela maldita de secuestros y asesinatos completan el aura singular de un caso que entró en la historia del crimen

El true crime brasileño sobre el robo de USD 60 millones en 2005 entró velozmente al Top 10 de Netflix.

“Fue algo como sacado de una película. Sólo que, si hubiera sido una película, habríamos dicho que la trama era ridícula”, comenta uno de los entrevistados, el periodista Luiz Henrique Campos, en 3 toneladas: asalto al Banco Central de Brasil (The Great Robbery of Brazil’s Central Bank) una miniserie documental que Netflix estrenó el miércoles 16 de marzo y en cuatro días entró a su Top 10 global con casi 11 millones de horas vistas (séptimo lugar) y se ubicó tercera en el ranking brasileño.

Cuenta una historia al estilo de La casa de papel, pero real: entre la noche del viernes 5 y la tarde del domingo 7 de agosto de 2005 una cantidad indeterminada de ladrones —hasta el presente los sospechosos arrestados, con distintas suertes, superan los 50— perforó más de 1 metro de concreto reforzado con acero para ingresar en la cámara blindada del Banco Central ubicado en Fortaleza, la capital de Ceará, en el noreste de Brasil, y se llevó más de 160 millones de reales (unos USD 60 millones) en billetes de R$ 50.

En 2005 una banda de ladrones robó R$ 160 millones (USD 60 millones) del Banco Central brasileño ubicado en Fortaleza, Ceará. (Netflix)

Aunque aun quedaban 95 años por delante, la prensa se apresuró a llamarlo “el robo del siglo” por sus características increíbles. Empezando por el volumen del botín: más de tres toneladas de papel moneda.

Para llegar a la bóveda, los ladrones rentaron una casa en las inmediaciones, donde se instaló una compañía fantasma, Grama Sintética, creada a los efectos de lavar el dinero en los años siguientes, que supuestamente vendía césped natural y artificial, además de plantas y artículos de jardinería. Los vecinos nunca sospecharon al ver cómo los trabajadores de la empresa, entre seis y 10 hombres, sacaban a diario una furgoneta cargada de tierra: parecía parte del negocio. Sin embargo, en realidad eran los escombros de un túnel de 78 metros que, a cuatro metros de profundidad, con ventilación y teléfonos, conducía al banco.

Los ladrones construyeron un túnel subterráneo de casi 80 metros de longitud y 70 centímetros de ancho. (Netflix)

Los billetes del atraco —de los cuales al día de hoy sólo se han recuperado unos R$ 20 millones, la octava parte— fueron cuidadosamente seleccionados: usados, a punto de ser sacado de circulación, de R$ 50 por unidad. ¿La razón? Los números de serie no estaban ya registrados y, debido a la baja denominación, las piezas de papel no estaban aseguradas.

El robo no se descubrió hasta el lunes 8, cuando el banco abrió sus puertas y los empleados encontraron un hueco en su caja fuerte. No sonaron alarmas, no se activaron los sensores de movimiento, no funcionaron las cámaras de seguridad.

En la casa, además de equipos sofisticados de informática, ingeniería y excavación, se encontró polvo blanco por todas partes, algo que dificultó la recolección de huellas dactilares.

El robo se realizó entre la noche del viernes 5 y la tarde del domingo 7, pero no se descubrió hasta que el banco abrió el lunes 8. (Netflix)

Sin testigos, sin evidencias, el asalto al Banco Central de Brasil en Fortaleza enfrentó durante cinco años a un grupo de ladrones organizados y un equipo de policías federales, además de invitar a muchos oportunistas —algunos, de uniforme— al secuestro y la extorsión de sospechosos, como Luis Fernando Ribeiro, que apareció muerto. Entre los detenidos se destacan Antônio Jussivan Alves dos Santos, quien negó ser el cabecilla y no cooperó con la fiscalía, y Marcos Rogério Machado de Morais, el ingeniero del túnel, actualmente prófugo.

A lo largo de tres capítulos de aproximadamente una hora cada uno, 3 tonelada$ presenta testimonios desconocidos y datos que en el momento pasaron inadvertidos para crear una fuerte narrativa que incorpora los crímenes reales a los recientes policiales brasileños de ficción que encantaron al público como Irmandade (Brotherhood) o Bom Dia, Verônica (Good Morning Veronica).

El asalto al Banco Central de Brasil en Fortaleza abrió un juego del gato y el ratón entre los ladrones y los policías federales, que duró cinco años. (Netflix)

El primer episodio, “El delito”, abre con un lento zoom: la cámara ingresa al túnel para contar el robo tal como lo descubren las autoridades, que se quedan perplejas. El segundo, “La búsqueda”, narra la investigación que lleva a los detectives a Boa Viagem, en busca de los sospechosos y, sobre todo, el cerebro de la operación. El tercero, “Dinero maldito”, explora las consecuencias trágicas y las vueltas de tuerca del episodio que parecía el crimen perfecto hasta que los flamantes millonarios comenzaron a gastar el dinero.

Con dirección de Daniel Billio, también a cargo del guión, 3 toneladas: assalto ao Banco Central cuenta con Claudia Belfort como encargada de la investigación, Rodrigo Astiz como realizador general y Adriana Marques, Íris Sodré Mendes y Mauricio Hirata Filho como productores ejecutivos de Mixer Films.

Los tres capítulos de "3 tonelada$" presentan testimonios desconocidos y datos que en el momento pasaron inadvertidos. (Netflix)

Además de periodistas como Campos o Marcelo Godoy y policías federales como José Ximenes de Albuquerque o Eneas Sobreira, la serie presenta expertos como el perito Murilo Tito y la académica Junia Perla Diógenes de Aquino, de la Universidad Federal de Ceará. Pero también incluye a uno de los sospechosos, con la cara y la voz distorsionadas para conservar el anonimato. El conjunto reconstruye el final de la época de oro de los ladrones de bancos, ahora superados por los narcotraficantes en la jerarquía criminal, y recuerda por qué ficciones como La casa de papel siguen fascinando a las audiencias.

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