Las películas que transcurren en el mundo del espectáculo siempre tienen un gusto especial, más aún cuando vemos a actores experimentados reírse de ese mundo que conocen desde hace décadas. La última estafa (The Comeback Trail) cuenta la historia de un veterano productor de cine llamado Max Barber (Robert De Niro). Durante su carrera ha hecho muchas películas clase B de dudosa calidad. Lo suyo siempre ha sido el dinero, no el arte. Ahora una deuda con Reggie Fontaine (Morgan Freeman), el mafioso local, lo obliga a buscar desesperadamente la manera de hacer dinero a cualquier precio. Lo acompaña en sus aventuras como productor su sobrino Walter Creason (Zach Braff), quien tiene menos confianza en los productos que realizan juntos.
Max busca encontrar la manera de encontrar la plata lo antes posible sin entregar su último vestigio de esperanza: el guion de un film llamado Paraíso y que un productor exitoso desea comprarle. Un accidente en un rodaje le hace pensar que si filma una película en el que el protagonista esté asegurado, puede terminar ganando más plata de la que necesita y pagar su deuda. El plan es sencillo: solo debe lograr que un actor muera en su próxima producción.
Para concretar su plan, Max necesita un actor que tenga pocas posibilidades de terminar el rodaje. Una estrella veterana del western, Duke Montana (Tommy Lee Jones), quien ahora sobrevive haciendo comerciales baratos y está sumido en el alcohol y los recuerdos dolorosos de su pasado parece ser la opción ideal. Max intentará que las cosas salgan realmente mal y Duke no llegue vivo al final de la filmación. Pero claro, esta es una comedia y lo que parece un plan simple empieza a tener sus complicaciones.
La última estafa es una remake de un largometraje casi desconocido realizado en el año 1982 y cuyo nombre era también The Comeback Trail. Esta versión con grandes nombres sin duda es más importante que su antecesora y el género de veteranos protagonizando comedias hace rato que viene dando varios éxitos. Justamente, Robert De Niro y Tommy Lee Jones han sabido reírse de sí mismos en varios papeles de veteranos. Es bueno recordar que los tres actores han ganado, entre otros premios, el Oscar de la Academia. Tal vez ya no lleven al público de otras épocas, pero hay varias generaciones que siempre quieren verlos en una pantalla.
La película tiene muchas referencias a otros grandes títulos de Hollywood y por supuesto se divierte burlándose de la realización de películas y todos los que ella participan. La idea misma remite a otro clásico de la historia del cine: Por un fracaso, millonarios (The Producers, 1967), la gran película dirigida por Mel Brooks, protagonizada por Gene Wilder y Zero Mostel. En ese film, dos productores de teatro descubren que un fracaso teatral podía convertirse en un éxito estafando a todos los que habían invertido y bajando de cartel la pieza. Aquí pasa algo parecido y nuevamente estamos frente a una comedia que se burla del mundo del espectáculo.
El director George Gallo es un veterano e inclasificable realizador enamorado del cine. La película se sostiene en gran parte por ese cariño. Hay un elemento nostálgico y melancólico que va marcando la historia, aun cuando el guión no consiga grandes sorpresas. Es más la admiración que uno siente por estos gigantes que lo que realmente ellos logran con esta historia. De Niro apuesta a un trabajo a reglamento y Tommy Lee Jones sí consigue un tono acorde al papel. Morgan Freeman hace de mafioso implacable, pero a esta altura todos lo queremos tanto que no resulta tan creíble como debería.
La última estafa tiene un costado noble aun con sus limitaciones. La historia del cine se asoma en cada escena, porque vemos en ella a los rostros que han construido el cine que hoy todos disfrutamos. Los gags no son muy novedosos como tampoco el guion, toda la apuesta está puesta aquí en cuanto cariño y amor por el cine tengan los espectadores que decidan verla.
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