Las historias de piratas han recorrido siglos de literatura, tanto histórica como de aventuras. Con la llegada del cine, la fama de estos alborotados y pícaros marinos aumentó su lado farsesco y dejó de lado el drama. Siempre hubo humor en el mundo de los piratas, pero ninguno con el estilo de Nuestra bandera es de muerte (Our Flag Means Death), una original comedia acerca de un inusual pirata que a principios del siglo XVIII recorre los mares para vivir arriesgadas aventuras junto a su sorprendida tripulación. Sus marinos no saben muy bien cómo responder, es que Stede Bonnet (Rhys Darby) no se parece a ningún pirata que ellos hayan conocido.
El origen de Bonnet y su historia es muy diferente a la de todos sus compañeros de gremio. Este joven tenía una muy acomodada posición social, con una esposa y dos hijos. No necesitaba salir a la mar, de ningún modo. Pero la monotonía de su hogar y el desprecio que veía en su familia hacia su persona lo hicieron tomar la drástica decisión de abandonarlo todo en pos de una vida pirata. Su barco se llama Revenge y sus hombres no trabajan para él a porcentaje de saqueos, sino que cobran un sueldo fijo, en una forma de seguridad contraría al espíritu pirata. Pero eso no es todo. Les ha construido en el barco un espacio de juegos, tienen una biblioteca y hasta una especie de spa. Todo esto sin mencionar que les lee un cuento por las noches. Bonnet no conoce la violencia, pero sus hombres, aunque se quejan un poco, están felices con su excéntrico capitán.
Pero lo más insólito de esta loca comedia sobre Sted Bonnet, apodado El caballero pirata, es que está basada en una historia real. Sí, Bonnet, el terrateniente que se convirtió en pirata existió y está bien documentada su vida en los manuales de historia. Como la propia serie se encarga de mencionar, Bonnet supo cruzarse con el pirata más famoso de todos, el mismísimo Barbanegra (interpretado por Taika Waikiki, también productor). Gran parte de la serie consiste en recordar que todo lo que vemos tiene una inspiración en eventos que ocurrieron en el mundo real en el siglo XVIII. La serie entra y sale de lo histórico para reflexionar sobre la crisis de la mediana edad y la fantasía de la aventura que anida en muchas personas.
Hay que adaptarse al humor para disfrutarla, eso sí. En el primer episodio se entienden todos los códigos y es cuestión de entregarse. La trama tiene buenos giros y sorpresas que funcionan muy bien. No se estanca nunca, por eso los episodios de treinta minutos resultan llevaderos y muy entretenidos. Uno de los productores y director de un episodio es el mencionado Taika Waikiki, el director del mockumentary What We Do in the Shadows (2014), brillante película sobre un grupo de vampiros que conviven en una casa. Waikiki es una de las figuras más importantes del cine actual, más aún desde que ganó el Oscar a mejor guión por su película Jojo Rabbit (2019).
No es difícil reconocer también recursos de los primeros títulos de Woody Allen e incluso de Mel Brooks, pero con toques propios de un humor contemporáneo. Cada episodio tiene la característica de las comedias de situación, es decir que los chistes que se mantienen constantes resultan cada vez más efectivos. El consejo para esta clase de series es verlas como el cierre de una larga jornada. Porque además de provocar risas genuinas, tiene algo secretamente atractivo acerca de la fascinación por aquellos que no somos pero que en algún momento soñamos ser.
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