La primera imagen de Fin de semana en Croacia (The Weekend Away) es una mujer flotando, boca abajo, en unas aguas oscuras y calmas. Así que antes de que aparezca el título el público ya sabe que el fin de semana salvaje de Beth (Leighton Meester, la estrella de Gossip Girl) y su amiga Kate (Christina Wolfe) terminó mal. A continuación la belleza costera bajo el sol invita a desenredar la madeja de este thriller que Netflix acaba de estrenar y, a juzgar por las redes, la semana próxima podría estar en el Top 10.
La directora de En tierra extraña (Strangerland, con Nicole Kidman y Joseph Fiennes), Kim Farrant, adaptó la novela de Sarah Alderson para rodar esta historia de misterio sobre dos amigas que salen de Londres para pasar un par de días solas en un Airbnb de Croacia. Beth ha tenido un bebé y la depresión post-parto que sufrió sólo se vio agravada por la indiferencia de su esposo, Rob (Luke Norris). Kate se ha divorciado y vuelve a ver el mundo como un patio de juegos, donde quiere arrastrar a Beth.
Y allí va la joven madre, incómoda en los tacos altos, que hace tanto que no usa, y pide agua en la barra del club, pero Kate corrige sus modales sociales oxidados y le da alcohol, a la vez que trata de mostrarle lo guapos que son dos hombres que están ahí. Al día siguiente, cuando Beth se despierte sola, con una resaca espantosa y una densa niebla instalada en su memoria sobre la noche anterior, recordará apenas que Kate los invitó a su apartamento rentado y que en algún momento discutió con ella y le dijo “perra”.
Kate no está. Kate no atiende el teléfono. Beth posterga su regreso a casa para buscarla.
Recurre a Zain (Ziad Bakri), el taxista que las llevó al bar, un inmigrante que le informa que los dos hombres se dedicaban profesionalmente al sexo con turistas. Pero los escorts son sólo los primeros sospechosos en una larga lista, que incluye al libidinoso dueño del apartamento donde las mujeres se quedan, Sebastian (Adrian Pezdirc), e incluso al policía estúpido que parece acosar a Beth, Pavic (Amar Bukvic). Y, por supuesto, al taxista y a la misma BFF de Kate, la propia Beth.
Como fondo de la trama titilan algunas cuestiones densas, como las dificultades del matrimonio, el lado oscuro de la maternidad, la amistad en los treintas, la inmigración por las tragedias de Medio Oriente, el desprecio de los turistas por la vida de los locales en aras de su hedonismo. Pero el eje narrativo se mantiene en la pesquisa —que, thriller al fin, se resuelve con una vuelta de tuerca inesperada— y en la profunda ansiedad que causa no poder confiar en nadie.
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