La pantalla andina, la primera película de la realizadora catalana Carmina Balaguer, aborda la educación en el mundo andino, que conlleva el enorme compromiso de unas maestras tenaces con comunidades a veces aisladas, aunque en medio de cerros hermosos donde reinan los sonidos del viento y de la naturaleza.
Silvina Velázquez, la directora de la escuela de Yaquispampa, la comunidad más aislada de los Valles de Altura de la provincia de Jujuy acompaña a un equipo de cine móvil que por primera vez proyectará películas infantiles allí. La travesía insume unas 20 horas a pie en un terreno que llega a 4.200 metros de altura y toda la visita nos sumerge en el valor de la educación en estos lugares.
La narración y la llegada del cine móvil a estas comunidades andinas, cuya una cosmovisión está ligada a la tierra, alcanza niveles poéticos. Infobae dialogó con Balaguer sobre la realización de esta obra tan especial.
—¿Qué quiere transmitir esta obra?
—Cuando la descubrí, necesité contarla. Creo que va un poco de la belleza de las cosas que todavía se encuentran, y aun con todo lo que está pasando. Sí que hay muchas historias sobre la belleza y sobre los sueños, ¿no? La idea de este proyecto es reivindicar nuestro derecho a tener sueños y a ejecutarlos.
—¿Cómo eligió esta historia?
—Yo creo que las historias te encuentran a ti. En este caso en particular, llego a esta escuela por trasladarme a vivir a la provincia de Jujuy, luego de cinco años de vivir en Buenos Aires, la capital de Argentina, trabajando como periodista escritora. En un momento me traslado a Jujuy, que es la provincia que colinda con Chile y Bolivia. Es una provincia que ya conocía de anteriores viajes por el continente, pero tomo la decisión de trasladarme para realizar una investigación sobre las mujeres andinas, un proyecto que aún estoy desarrollando en un formato del libro.
—¿Qué le resultó más complejo de contar?
—Viajamos a tres escuelas y la idea era que la protagonista de la historia nos acompañara, pero una semana antes de la filmación no le dieron el permiso para poder acceder a las tres escuelas. Entonces se perdió el personaje principal en una parte de la película. Al nivel argumentativo esto fue complejo de resolver. Decidí sólo explicar una de las tres escuelas donde está este personaje y las otras dos dejarlas representadas pero no explicarlas.
—¿Qué es el cine para estas personas que no lo tienen al alcance en su cotidianidad?
—Significa un punto de encuentro, una oportunidad de unión para toda la comunidad. Porque esas escuelas no es que son parte de un pueblo como entendemos los pueblos o las aldeas que circundan las grandes ciudades europeas o latinoamericanas: no, esas comunidades son casas, hogares que están muy aislados entre sí, y el núcleo central es la escuela. Pero para acceder a cada hogar hay que caminar muchas horas. Entonces la proyección de cine es casi una oportunidad de encuentro y de unión.
—¿Qué significado tiene este documental, su ópera prima en este género?
—Significados múltiples. Creo que es un resumen de mi búsqueda en Latinoamérica, a la que me acerqué porque me interesa muchísimo el mercado latinoamericano. A nivel laboral es un lugar que me parece fascinante, del que seguir aprendiendo y desde el cual crear. Pero también había una búsqueda personal, que es —sigue siendo— profundizar en todas las tradiciones ancestrales del continente. Especialmente las andinas: desde siempre me ha acompañado esta ilusión. La pantalla andina es eso: es un resumen, un pequeño mimo, un pequeño guiño a estos años de búsqueda y trabajo en el continente.
El documental se estrenó en Europa el 9 de diciembre de 2021 en la edición número 14 del Mendi Film Bilbao-Bizkaia 2021, prestigioso festival de España, dentro del circuito de cine de montaña, y obtuvo el Premio a la Mejor Película de Cultura y Naturaleza, destinado al trabajo que mejor retrata la vida en los cerros.
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