No me mates (Non mi uccidere), una historia para adolescentes que combina amor, muerte y zombies, evoca de alguna manera a Crepúsculo, la saga de Catherine Hardwicke basada en los libros de Stephenie Meyer, pero dado que se rodó en Europa, lleva a sus personajes mucho más allá de donde llegaron Bella y Edward. En esta película, basada en la exitosa novela de Chiara Palazzolo, hay drogas, sexo, peligro y violencia en dosis mucho más gore que las de la icónica Twilight.
La historia disponible en Netflix abre con un golpe de adrenalina: Robin (Rocco Fasano) conduce con los ojos cerrados, a toda velocidad por una carretera sinuosa, siguiendo las indicaciones de Mirta (Alice Pagani). Luego de salvarse increíblemente de chocar contra un tractor, salen del camino. Robin comienza a preparar una sustancia negra, que calienta en una cuchara; Mirta está preocupada por su consumo de sustancias, y cree que llega a un acuerdo con él: ella también lo hará si Robin promete que será su última vez.
Con un gotero se colocan la droga en los ojos, y la imagen de los enamorados con lágrimas negras en el rostro parece hecha para memes virales.
A continuación el público comprende que Robin y Mirta han muerto por una sobredosis. El padre de la adolescente culpa al muchacho; la madre quiere que los entierren en tumbas colindantes porque estaban enamorados. Con una fuerza desconocida, Mirta rompe a golpes su tumba y se alza, confundida, viéndose viva pero percibiendo que algo raro le sucede, y preguntándose dónde está Robin.
Si come, vomita. Pero intuitivamente entiende que debe alimentarse para que su cuerpo no se descomponga. Necesitará algo de sangre para vivir, cuerpos humanos todavía vivos de los que nutrirse. Tiene los ojos negros, las uñas de los dedos negras. Se ha convertido —le explica Sara (Silvia Calderoni)— en un miembro de los Supermuertos, seres que han perdido la vida en circunstancias violentas y resucitan como unos zombies muy particulares en busca de venganza.
En su nuevo mundo, Mirta —que se cambia el nombre a Luna— descubre que tiene enemigos: los Benandanti, una secta casi religiosa del siglo XVII que quiere exterminar a los Supermuertos para proteger a los vivos. El vocero de esta combinación de policías y depredadores, Luca (Fabrizio Ferracane), se presenta en la casa de los padres de la adolescente que, se comienza a insinuar, acaso no murió por una sobredosis accidental.
El cineasta Andrea de Sica (realizador de la serie Baby, sobre un caso real de prostitución infantil, en la que también dirigió a Pagani) comienza a desenvolver el misterio mediante flashbacks que reconstruyen la relación entre Mirta y Robin, en la cual el machismo parece tener un papel tan preponderante como los secretos del culto de los Benandanti y su vínculo con el chico malo que sedujo a la chica buena.
Esta rom-goth abunda en obsesiones adolescentes como la angustia, la muerte, la incomprensión de los padres, la presión de los pares, el sexo y la rebeldía. En eso es fiel al libro de Palazzolo, que inició una trilogía que se completó con Strappami il cuore (Arráncame el corazón) y Ti porterò nel sangue (Te llevaré en mi sangre). En la película se expresan en suicidios violentos, golpizas contra mujeres, torturas con cadenas y tuberías, asaltos con armas Taser, apuñalamientos, consumo de sustancias y muertes por sobredosis, además de ambientes oscuros, música dance y anteojos estilo años noventa.
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