Es difícil saber qué es Murderville. Se supone que es una comedia, se ve que incluye una trama policial, incluso tiene una estructura de programa de concurso con celebridades. Conviven tres programas en uno y fallan los tres debido a las contradicciones que la idea posee. ¿Cuál es exactamente la idea?
La serie tiene capítulos de treinta y cinco minutos con una estructura que se repite. El protagonista es el detective Terry Seattle (Will Arnett), quien sufre su divorcio y vive atormentado por la muerte de su compañera, Lori. En cada episodio este detective debe investigar un asesinato, pero no lo hará solo, tendrá la compañía de un novato que se interpreta a sí mismo, como por ejemplo Conan O’Brien. Ese invitado no conoce el guion y deberá responder en cada escena improvisando. Irá junto a Terry entrevistando sospechosos y en la escena final debe decir quién es el culpable. Si acierta, no gana nada y si se equivoca, tampoco. Ese es el problema con la serie, nunca ocurre nada.
En un programa de concursos las reglas están claras, como lo están también en una ficción. Pero aquí la ficción se ve terriblemente falsa y el juego de adivinar se vuelve todavía más artificial. Nadie, en ningún momento, tiene un instante de comodidad, nada fluye, ni por un instante. Y si bien Murderville es una remake de seis episodios de otra serie de dieciocho que se estrenó en Gran Bretaña con el nombre de Murder in Successville, parece que nadie en el proceso creativo se dio cuenta de los problemas que tenía delante.
Es verdad que los programas de concursos tienen trucos, guion y un montaje que arregla los tiempos muertos, pero aquí lo que uno ve es una ficción sin timing, porque los chistes fluctúan entre lo escrito y lo improvisado, en una combinación que nunca encuentra su rumbo. La única que otorga en estos seis episodios algo de luz es Sharon Stone. El rostro de la actriz cuando improvisa se ve muy distinto a lo que uno conoce de sus películas. Las expresiones reales de Stone son una novedad y en esos breves instantes la serie se enciende.
Un experimento fallido que dentro de las muchas ofertas de Netflix está condenado a pasar, si uno tiene suerte, a un rápido olvido. La necesidad de llenar de contenido a veces producen estas cosas. Antes las series tenían un piloto, y si este era muy malo no se seguía adelante. Tal vez sea hora de recuperar aquella sana costumbre.
SEGUIR LEYENDO