Pocos días después de que se conociera su nominación al Oscar tanto a la Mejor Dirección como a la Mejor Película por Belfast, Kenneth Branagh estrenó finalmente Muerte en el Nilo (Death on the Nile), su segunda apuesta por el universo del policial clásico, el misterio dentro de una habitación cerrada, de Agatha Christie, demorada casi seis años por la pandemia. La primera, Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 2017) fue un éxito rotundo de taquilla: USD 353 millones en cines, mucho más que su costo de USD 55 millones.
Es difícil pensar que algo así pueda suceder con esta nueva película, a juzgar por los tonos —discordantes, aunque más inclinados a lo negativo— que recibió la película protagonizada por Gal Gadot, Armie Hammer, Emma Mackey y el mismo Branagh como Hércules Poirot.
“La briosa interpretación de Branagh como Poirot y un reparto de grandes nombres no alcanza para mantener a flote esta historia de misterio rancia y bidimensional”, lo condenó The Guardian, que consideró que por más que la trama avanzara sobre cadáveres, “no hay un crescendo ni un climax”.
“Branagh ha entregado una continuación pulida de su anterior incursión en Christie, que no ganará premios pero parece dar un cierre satisfactorio a llevar este capítulo conjunto” fue el elogio moderado de CNN.
The New York Times le encontró una suerte de lado bueno al final: “La mayoría de las veces, el Poirot de Branagh carece de personalidad, y el epílogo ardiente de la película rezuma más humor que todo el resto junto”.
Los sitios que emplean cifras para expresar la calidad de una obra la ubicaron por encima del umbral medio: Rotten Tomatoes le dio 67%, IMBd 6,6 puntos sobre 10, Common Sense Media 3 puntos sobre 5 y Metacritic 52 por ciento.
Pero quizá el comentario más representativo del espíritu general de la crítica haya sido el de Variety, que apuntó a que no basta con echar un cadáver imaginado por una autora de misterios en el centro de un grupo de estrellas: “Hay una película, que no está basada en Agatha Christie pero que capta tan bien su espíritu que es el mejor film de Christie en medio siglo: Entre navajas y secretos (Knives Out). Muerte en el Nilo, aunque es decente, no logra alcanzar esa mezcla de ingenio, emoción y placer de la vieja escuela”.
Eso en cuanto al valor artístico. Porque muchas de las reseñas se dedicaron ampliamente a la presencia de Hammer en el cast.
El rodaje comenzó en septiembre de 2019 con el objetivo de estrenar en diciembre de 2020, pero un atraso inicial echó Muerte en el Nilo al limbo de suspensión de actividades que impuso el COVID-19. En el tiempo que pasó, el actor de Call Me by Your Name fue denunciado por violación y otros actos de violencia sexual como prácticas BDSM sin consentimiento, y se revelaron algunos de sus mensajes con contenidos de fetichismo caníbal y de abuso emocional. Hammer perdió trabajos y a su representante. El hecho de que la producción haya decidido no volver a filmar las escenas con otro actor ni cambiarlo digitalmente fue el centro de las críticas.
Hammer interpreta a Simon Doyle, el prometido de Jacqueline (Mackey), que una noche en un nightclub de Londres conoce a la mejor amiga de su novia, la heredera Linnet Ridgeway (Gadot), con la que baila. La próxima vez que aparecen los tres juntos será en el crucero, donde Linnet y Simon pasan su luna de miel; Jacqueline les sigue los pasos.
Así, en lugar de un tren en territorios helados como en Asesinato en el Orient Express, el detective belga investigará un crimen mientras navega en el río y explora los tesoros arqueológicos de Egipto. Porque, aunque tarda —otro elemento que señaló la crítica—, el cadáver llega, y como siempre en las historias de Christie, los variopintos presentes son todos sospechosos.
Entre los elogios unánimes que recibió el film está su fotografía, que acentúa la belleza de los lugares y algunos aspectos de los personajes, y compensa el desarrollo de la historia con un gran placer visual. También Annette Benning, que interpreta a una artista, madre de Bouc (Tom Bateman), el colaborador de Poirot en la película de 2017, fue celebrada sin matices: su actuación fue “criminalmente desaprovechada”, según el Times.
Por último, la escena que abre el largometraje, una especie de prólogo en blanco y negro, que muestra a Poirot en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, también fue recibida positivamente por los críticos. Esa mirada al pasado explica el frondoso bigote de Poirot, pero sobre todo algo de su personalidad.
El desenlace sorprende a quien no haya leído la novela de 1937 ni visto la película de 1978, dirigida por John Guillermin y con un elenco que incluyó a Peter Ustinov, Mia Farrow, Jane Birkin, Bette Davis, Maggie Smith y David Niven. Los elegidos de Branagh para el resto de los personajes fueron Russell Brand, Rose Leslie, Jennifer Saunders, Dawn French, Letitia Wright y Ali Fazal.
A pesar de la divergencia de opiniones de las primeras reseñas, las estimaciones de taquilla para el primer fin de semana de Muerte en el Nilo hablan de —según Deadline— entre USD 11 millones y USD 17 millones en 3.200 salas de los Estados Unidos, un buen comienzo para una producción de USD 90 millones.
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