Kenneth Branagh es un cineasta feliz. No todas sus películas son comedias, al contrario, su película más ambiciosa ha sido Hamlet (1996) basada en la tragedia de William Shakespeare, autor favorito del actor, guionista, productor y director. La energía que transmite en su obra es por momentos pura motivación y en otros se puede pasar al otro lado. Pero como sea, Branagh ha hecho todo lo posible para no ser encasillado jamás. Ama lo que hace y se nota.
Kenneth Branagh nació en Belfast, Irlanda del Norte, Reino Unido, el 10 de diciembre de 1960. De familia protestante, se mudaron todos a Londres cuando la violencia en la ciudad hizo muy difícil permanecer en su lugar de nacimiento.
A los dieciocho años entró a la Royal Academy of Dramatic Art y a poco de terminar sus estudios ya había comenzado una carrera como actor. Antes de cumplir los veintinueve años dirigió su primer largometraje, que a su vez sería su primera adaptación de William Shakespeare: Enrique V (1989). Dos nominaciones al Oscar, como director y guionista, hicieron que la gente lo llamara el nuevo Laurence Olivier. El reconocido ego de Branagh lo hizo sentir que nada lo detendría, pero en su segundo film mostró algo lo caracterizaría por completo, el cambio de tono, estilo, género y estética. Volver a morir (1991) no funcionó, pero eso no desanimó al siempre optimista Ken.
A Los amigos de Peter (1992) le siguió otra gran adaptación de Shakespeare: Mucho ruido y pocas nueces (1993), en la que convocó a actores como Denzel Washington, Michael Keaton y Keanu Reeves, para horror de los puristas. En esta primera etapa trabajó siempre con la actriz Emma Thompson, con la que estuvo casado varios años.
Frankenstein (1994) fue su siguiente locura y después de eso realizó una adaptación completa de Hamlet de cuatro horas de duración y con otro elenco descomunal que incluía al propio Branagh en el rol principal y a nombres tan diferentes como Kate Winslet, Robin Williams, Billy Crystal, Charlton Heston, Julie Christie, Gérard Depardieu, Richard Attemborough, John Guielgud, Judi Dench y su admirador Derek Jacobi, el actor que despertó en Branagh la vocación de la actuación.
También se dedicó a la carrera de actor, trabajó en un film de Harry Potter así como también para Woody Allen. Se convirtió en uno de los actores favoritos de Christopher Nolan y se divirtió a lo grande con una carrera diversa y exitosa.
Fue uno de los grandes directores en aceptar trabajar para Marvel, dirigiendo la exitosa Thor (2011). Dirigió también una película de Jack Ryan y una gran versión de Cenicienta. Pero su última apuesta a la gran taquilla fue convertirse en Hercule Poirot, el gran detective creado por Agatha Christie.
Le fue muy bien con Asesinato en el expreso de oriente (2017) y ahora vuelve a interpretarlo en Muerte en el Nilo, ambos films dirigidos por él, no solo protagonizados. En estos films Branagh se da el lujo de burlarse de sí mismo y de ponerse en duda. Poirot, más allá del puro entretenimiento, es una interesante reflexión acerca de la razón versus emoción. Pero es un buen momento para recordar que Branagh también interpretó a otro personaje de policial muy famoso, nada menos que a Kurt Wallander, el personaje de las novelas de Henning Mankell, en la versión británica de la serie.
Ahora, en la antesala del Oscar, Kenneth Branagh también sorprendió a todos con otra película, Belfast (2021), que alcanzó las nominaciones principales, incluidas tres para él en su condición de director, productor y guionista. Una mirada sobre su propia infancia, filmada en blanco y negro, pero con algunas escenas en colores.
Una película muy emocionante y bella. La versatilidad del director quedó perfectamente expuesta con estos dos estrenos que en muchos lugares del mundo podrán verse al mismo tiempo. Kenneth Branagh, el cineasta que no cree que haya que elegir entre dos tipos de cine y que con más de treinta años de carrera no para de sorprender.
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