“No me considero un fenómeno, pero sí me considero una mujer afortunada, porque sé lo que es no tener nada y sé lo que es tenerlo todo”, dice Georgina Rodríguez, la modelo, influencer (31,9 millones de seguidores en Instagram) y empresaria más conocida por ser la novia de Cristiano Ronaldo, la estrella portuguesa del Manchester United. La argentino-española protagoniza su propio reality show, Soy Georgina, en Netflix, que desde su estreno el 27 de enero no ha parado de ascender en los rankings de la plataforma en América Latina: está segundo en Colombia, tercero en Perú y cuarto en México.
Mientras cumplía 28 años de vacaciones en Dubai, exhibiendo su embarazo de mellizos que ya lleva seis meses, el programa sobre la modelo —seis episodios de 40 minutos— compartía con el público su historia antes y después de su relación con Ronaldo. Grabado en bellas ciudades de Europa, Soy Georgina cuenta “lo que hay detrás de las portadas, los stories y las alfombras rojas”, según escribió la protagonista en sus cuentas sociales.
Los primeros cuatro episodios muestran la vida presente de Rodríguez: ropa de diseñadores, autos elegantes, paseos en yate. Como en un cuento de hadas que empieza por el final, sólo los últimos dos episodios reconstruyen los orígenes humildes de Rodríguez.
Los testimonios se suceden, algunos más interesantes que otros; la modelo tiene un agradecimiento para cada una de las personas que participaron y también para las que fueron importantes en su vida en su búsqueda del éxito desde Jaca, en Aragón, hasta su llegada a Madrid. La localidad del noreste de España ha cambiado, observa Georgina al visitarla. “Pero es donde bailé y disfruté el amor de mi familia. Todo eso me marcó. Es muy importante no olvidar de dónde vengo”.
Desde luego, uno de los testimonios más esperados es el de Ronaldo. El futbolista cuenta cómo, mientras jugaba para el Real Madrid, conoció a la mujer de la que está enamorado, con la misma sencillez que ella subraya como una de sus características: “Él es muy normal”. Muchas veces se complementan en el relato: ella cuenta la experiencia de montaña rusa que era llegar a su trabajo en la tienda madrileña de Gucci en bus, a mediados de 2016, e irse en uno de los automóviles de lujo de su novio, y él detalla que la esperaba fuera, sin disimular, y que ella “salía rápido de la tienda, entraba en el coche e íbamos para casa”.
En esa casa había un niño: Ronaldo tuvo a Cristiano Jr., de 11 años, mediante una madre subrogante, en 2010. Más niños venían en camino, de la misma manera: los mellizos Eva y Mateo nacieron en 2017. Poco le costó a la pareja soñar con otro, ya que para los dos la familia es un plan de importancia. Así nació Alana. El cuarteto tendrá pronto la adición de otro par de mellizos, que actualmente espera Georgina.
La rutina del hogar se organiza alrededor de la carrera de Ronaldo: 10 meses de trabajo, dieta sana, horarios regulares. El crack elogia a su pareja por esa organización y por el cuidado de los hijos, sin que eso implique renunciar a su carrera como modelo y empresaria.
Soy Georgina revela el perfil personal de una mujer en dos aspectos que han interesado al público: cómo viven los ricos y famosos, cuando están bajo la mirada público y cuando están en la intimidad, y cómo es esta mujer como individuo, cómo vive la pareja, la maternidad, los viajes, los temores, las emociones.
“Mi documental viene luego”, bromea el futbolista en los créditos, en alusión a Cristiano Ronaldo: El mundo a sus pies, de 2014, dos años antes de que conociera a Rodríguez. Pero el título estrella en las pantallas de Netflix de América Latina es el de su novia. En sus cuentas sociales ella agradeció “a mi querido público que ha acogido de manera tan maravillosa mi reality #SoyGeorgina”, emocionada porque le parecía “inimaginable estar en el top 10 mundial en tan solo un día”.
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