“Era algo tan fuera de lo común, tan absurdo, que supe que debía participar”, recordó Kristen Bell cuando los creadores de La mujer de la casa de enfrente de la chica de la ventana (The Woman in the House Across the Street from the Girl in the Window) le propusieron el proyecto. “¡Los cojones de esos escritores!”, agregó sobre el guión.
La historia es, en efecto, descabellada y ambiciosa. La mujer..., como revela su título, evoca a un thriller. Pero en versión paródica, según se puede comprobar en Netflix desde el 28 de enero.
Una tragedia ha puesto la vida de Anna (Bell) cabeza abajo. En pleno proceso de duelo su matrimonio se desmoronó y se separó de su esposo (Michael Ealy). Su adicción a las pastillas y el alcohol ha ido en aumento. Intenta retomar su carrera de artista plástica, pero más que a cualquier otra cosa se dedica a descorchar botellas de vino tinto que se sirve en copas (dada la cantidad que vierte, podría usar un vaso o un balde). Tiene visiones y escucha ruidos en el ático.
Un día a la casa de enfrente se muda un guapo viudo británico, Neil (Tom Riley), con su hija (Samsara Leela Yett), y Anna siente que las emociones positivas regresan. Se dedica a mirar los movimientos del hombre y la niña, en general desde su casa: pocas veces tiene ganas de salir, y cuando llueve no puede: le causa fobia.
Pero sus maratones de ventana le presentan algo inesperado: Anna es testigo de un asesinato en la casa de Neil.
Bueno, Neil ya estaba fuera de su campo porque le había descubierto una novia, una azafata (Shelley Hennig). Que pueda ser un asesino es apenas otro inconveniente.
Sin embargo, cuando llega la policía no hay cuerpo ni prueba alguna de un crimen. Anna no parece la testigo más confiable del barrio: la tragedia la ha dejado muy afectada, bebe demasiado, traga píldoras como dulces. Y está leyendo un thriller psicológico, La mujer al otro lado del lago. La detective Lane (Christina Anthony) y los vecinos creen que todo sucedió en la cabeza de Anna. Ella misma desconfía de su percepción.
Esta comedia negra sigue fielmente el manual de la narración de misterio y suspenso, y Anna se convierte en una detective amateur que acumula una larga lista de sospechosos y una colección de pruebas a lo largo de ocho episodios de 30 minutos. Sólo que cada paso que da es una versión humorística, o delirante, de lo que sucedería en un thriller. El final es sorprendente, por la respuesta a quién-por qué-para qué-cómo, y por el cameo que incluye.
En particular La mujer... se construye como una versión forzada al absurdo de La mujer en la ventana (The Woman in the Window), que tuvo guión de Tracy Letts (premio Pulitzer), dirección de Joe Wright (Expiación, deseo y pecado, Las horas más oscuras) y actuación de Amy Adams, Gary Oldman (Oscar por Las horas más oscuras) y Julianne Moore (Oscar por Siempre Alice). Aquella producción de Netflix, que estaba diseñada para ser un éxito, no interesó a las audiencias. Tampoco pudo salir con dignidad de las comparaciones con La ventana indiscreta (Rear Window), de Alfred Hitchcock, a la que presuntamente homenajeaba.
La mujer... es una creación de Rachel Ramras, Hugh Davidson y Larry Dorf. Junto a los protagonistas actúan también Mary Holland, Cameron Britton y Benjamin Levy Aguilar.
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