Rifkin’s Festival es un film de Woody Allen que se conecta con otras épocas de su obra. Un refugio momentáneo de las injusticias y las locuras de la cultura de la cancelación. El prolífico realizador comenzó a dirigir en 1969 y desde ese momento hasta el año 2020, cuando tuvo su estreno en España esta película, todos los años estrenó al menos un largometraje. Las excepciones fueron 1970, 1974, 1976, 1981, y finalmente 2018. ¿El motivo? La acusación de abuso que resurgió -a pesar de que décadas atrás había sido exonerado- y que hizo que el estudio que había producido Un día lluvioso en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2018), Amazon, se guardara la película por la controversia.
Muchos pensaron que era el final de la carrera de Woody Allen. Varios actores dijeron arrepentirse de haber trabajo con él en ese film, mientras que otros lo defendieron. Durante años docenas de estrellas desearon trabajar con él sin importar la paga, solo por el prestigio y las altas chances de ganar un Oscar. Pero ahora, en ese nuevo contexto, para tener más chances de Oscar lo mejor era subirse a la caza de brujas. Woody Allen ironizó sobre la necesidad de Timothée Chalamet de donar su salario a obras de caridad solo para aspirar a los premios y solo por consejo de su agente.
La demanda que Woody Allen le realizó al estudio fue finalmente ganada por el director y en el año de la pandemia Un día en Nueva York, con la mayoría de los cines cerrados, tuvo un estreno tardío y fue, al menos una semana, la película más taquillera del planeta.
Pero ese mismo año Allen estrenaría Rifkin’s Festival, lo que demuestra su continuidad, solo interrumpida, ahora sí, por razones de fuerza mayor. El 2021 fue otro año sin nuevo film de Allen ya que las condiciones sanitarias no le permitieron rodar. En esta nueva película que ahora está dando la vuelta al mundo, Woody Allen solo se dedica a refugiarse en su cinefilia mientras hace un clásico despliegue de conflictos de pareja, neurosis y misantropía. Tal vez, eso sí, con un claro tono melancólico.
Rifkin’s Festival transcurre en San Sebastián con el festival de cine de esa ciudad como fondo. Es una verdadera postal de este hermoso lugar al norte de España, espacio de una de las reuniones anuales de cine más importantes del mundo. Mort Rifkin (Wallace Shawn, jugando a ser Woody Allen), es un profesor de cine de Nueva York que viaja a regañadientes a San Sebastián para acompañar a su mujer Sue (Gina Gershon), agente de prensa que trabaja con Philippe (Louis Garrel), un joven y exitoso realizador de moda que presenta su film en el festival.
Mort lidia con una novela que no logra terminar y desprecia todo aquello en lo que se ha vuelto el cine actual. Paseando por la ciudad conoce a una joven doctora llamada Jo (Elena Anaya), por la cual se siente atraído. Sospechando que su esposa lo engaña, Mort da rienda suelta a sus fantasías y se siente rejuvenecer.
En sus trayectos y ensoñaciones, Woody Allen se da el lujo de recrear, con humor y amor varios de sus clásicos favoritos, como El ciudadano (1941), El séptimo sello (1957), Cuando huye el día (1957), Sin aliento (1960), Jules y Jim (1962), El ángel exterminador (1962), 8½ (1963), Un hombre y una mujer (1966) y Persona (1966). También se habla mucho de cine y se ironiza sobre los cineastas que se dicen comprometidos y son tan solo unos snobs superficiales que trabajan para la tribuna de los festivales.
Allen vuelve aquí a otra época de su carrera. Aquella posterior a su Oscar por Annie Hall (1977) en la que dudaba de qué rumbo seguir y coqueteaba con los homenajes a otros directores. Cuando probaba el blanco y negro en Manhattan (1979) y pensaba si debía ser Ingmar Bergman como en Interiores (1978) o Federico Fellini como en Recuerdos (1980).
De aquella crisis salió con la genial Zelig (1983) en la cual se reía de su propia condición camaleónica, entre otras cosas. Juega con esa mimetización acá, aunque no deja de ser fiel a sí mismo. Los elencos ya no son tan grandes como antes, pero Wallace Shawn, que trabajó con Woody Allen en muchas de sus películas, es el más completo alter ego del director en mucho tiempo. Por supuesto muchos actores son europeos, ya que, como viene ocurriendo desde hace veinte años, Allen filma en los países que producen sus películas. A pesar de todo, y con muy buen tino, Europa le sigue abriendo las puertas al director.
Con respecto a la cancelación, Allen niega por completo que exista. Su próximo proyecto es en París, por ejemplo. Nunca actuó como alguien culpable ni se escondió. En una famosa -por lo inusual- entrevista que el periodista argentino Jorge Lanata hizo para el programa Periodismo en el 2018, Allen hizo una declaración que dio la vuelta al mundo: “Yo debería ser la cara de los posters del movimiento Me Too”. En esa entrevista contó cómo él fue siempre pionero en sueldos igualitarios y proporciones de mujeres y hombres en los equipos, sin nunca recibir acusaciones de ningún tipo. Por eso, Rifkin’s Festival es igual a su cine previo y se nota su impronta inconfundible. Como muchísimo humor, sabiduría y melancolía, Allen entrega una nueva película, otra más dentro de una gigantesca y coherente filmografía que ya lleva más de cincuenta años y sigue adelante.
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