Una millonaria familia de telepredicadores está en lo más alto de su poder y fama, pero mientras expande su dominio, las internas dentro del seno familiar amenazan con ponerlo todo en peligro. Eli Gemstone (John Goodman) es el patriarca viudo que intenta mantener el orden y conservar el poder. Sus tres hijos, Jesse (Danny McBride), Kelvin (Adam DeVine) y Judy (Edi Patterson) se detestan entre sí y luchan por el poder de forma descontrolada en una comedia de humor negro no apta para las personas más sensibles. Una comedia atípica que cuestiona a estos líderes y la dudosa manera en la cual obtienen sus fortunas.
El creador de esta serie es Danny McBride, uno de sus protagonistas. También es el autor de otra comedia negra en HBO: Vice Principals. Su trayectoria como comediante incluye diferentes tonos de comedia como Pineapple Express (2008), Tropic Thunder (2008), Up in the Air (2009) y This is the End (2013), pero su trabajo en televisión le ha permitido lucirse mucho más al ocupar roles principales. McBride suele interpretar personajes seguros de sí mismos, prepotentes, casi siempre equivocados en todo lo que hacen. Aquí no estamos frente a una excepción, su rol está escrito, por el mismo, a su medida.
John Goodman no merece presentación. Su trayectoria comenzó en televisión siendo el marido de la protagonista en la serie Roseanne, durante doscientos treinta capítulos. Pero en paralelo se transformó en uno de los actores favoritos de los hermanos Coen, trabajando con ellos en Raising Arizona (1987), Barton Fink (1991) y The Big Lebowski (1994) por citar algunas. Steven Spielberg lo dirigió en Always (1989), fue Pedro Picapiedra en la versión cinematográfica y participó en grandes series y muchas películas, siendo uno de los actores secundarios más importantes de los últimos años. Una vez más, acá un protagónico le hace justicia. Como el resto de elenco, es capaz de mostrar todo su talento de comediante, pero también la locura de un personaje siniestro con un lado oscuro que se conoce más en la temporada dos de la serie.
The Righteous Gemstones es una serie que por momentos parece una versión cómica de dramas como Succession o incluso evoca a películas como El Padrino. Es decir, aquellas en las que el patriarca debe lidiar con las ambiciones de sus vástagos, ansiosos por ocupar su espacio de poder. No, no es la misma historia, pero se nota que alguna cosa allí y otra cosa por allá, tomaron. Como Succession, un integrante de la familia Culkin tiene un papel en esta nueva temporada, nada menos que el más famoso de la familia, en un verdadero regreso con gloria. Pero no es solo la familia el problema, otros predicadores buscan su espacio y compiten por los feligreses y también por el dinero que estos traen.
La serie se disfruta por su humor jugado, por la cantidad de conflictos que despliega y por la corta duración de la mayoría de sus capítulos. El delirio de las iglesias que muestra, los personajes excéntricos y la hipocresía de muchos de ellos es el corazón mismo de esta comedia. Por supuesto que, por extensión, crítica a las religiones en general, pero no es el objetivo principal de la serie hablar de fe o religión, sino exagerar las diferentes formas de culto que pueden surgir en una sociedad. La exageración es la mejor manera que la comedia tiene para enfrentar la verdad y en esta serie se nota.
La segunda temporada enfatiza las virtudes y se atreve a jugar al drama sin pisar ni por un instante la solemnidad. A un momento dramático le sigue uno de brutal comedia y a los personajes de la primera temporada se le suman algunos aún mejores. El éxito tan contundente de The Righteous Gemstones les ha permitido firmar por una tercera temporada y por lo que se ve hasta ahora, todavía tiene mucho para ofrecer.
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