Con sólo una semana en la plataforma, Misterio (Vicky And Her Mystery / Mystère) trepó al primer puesto entre las películas internacionales más vistas, con 8.150.000 horas de visualización. Como medida para comparar, se puede señalar que La mano de dios (The Hand of God/ È stata la mano di Dio), el celebrado estreno de Paolo Sorrentino, en el doble de tiempo acumuló 2.940.000 horas. Sin Papá Noel ni árboles decorados, Misterio tiene sin embargo un fuerte mensaje familiar, por lo cual se estrenó para Navidad y evidentemente gustó al público que durante las fiestas elige ficciones alusivas. Y así, sin que nadie lo imaginara, se convirtió en un éxito sorprendente.
La película francesa, dirigida por Denis Imbert, cuenta la historia de una niña de ocho años, Victoria (Shanna Keil), que acaba de perder a su madre. Golpeados por esa muerte, ella y su padre, Stéphane (Vincent Elbaz), se mudan a una casa en las montañas de Cantal, el centro-sur de Francia, donde él solía ir con su familia en la adolescencia. Pero eso no ayuda a la recuperación de Victoria, que al comienzo de la narrativa no le habla a su padre y rechaza toda conexión emocional.
Un día Stéphane la invita a pasear por el bosque; y Victoria, con su mutismo habitual, lo rechaza. Pero al verlo alejarse se calza y va detrás de él. Al cabo de un rato —la primera escena en que se puede ver una interacción real entre padre e hija— Stéphane advierte que se han perdido. Ve una casa solitaria y se acerca a pedir ayuda.
El hombre que la habita les ofrece agua y les da indicaciones para regresar; también advierte que Victoria se ha puesto a jugar con un cachorro que él presenta como “un regalo del bosque”, por su origen desconocido. Se llama Misterio. Stéphane se preocupa: ¿es peligroso? “El único peligro aquí son las personas, no los animales”, le responde el hombre. A continuación, le dice a Victoria que puede quedarse con el cachorro. Para que su padre no lo advierta, la niña regresa a su casa con el perrito en su mochila.
Cuando Stéphane lo descubre, es un poco tarde para negarse a conservarlo: evidentemente el animal está ayudando a que Victoria reconstruya sus vínculos con él, vuelva a conectar con el mundo y encuentre una nueva dinámica de vida familiar sin su madre.
Es difícil establecer si se trata de un San Bernardo, un husky u otra raza de perros. Hasta que Misterio crece y se revela que, en realidad, no es un perro, sino un lobo. En el pueblo protestan contra la familia: los lobos amenazan a las ovejas de las granjas, fuente de sustento de la mayoría en la zona.
Para la crítica, ese conficto no fue suficiente: en general castigaron a Imbert por una trama pobre. Sin embargo, el público encontró que en la atmósfera de Misterio, que explora la profundidad conmovedora del vínculo entre una niña y un animal —entre dos cachorros de especies diferentes—, compensaba cualquier problema del relato. Al mismo tiempo, la fotografía realza la belleza del paisaje montañoso.
Mientras Stéphane y Victoria tratan de ocultar a Misterio de la comunidad que quiere echarlo, surgen numerosas preguntas sobre la naturaleza de los vínculos humanos. Y también sobre la idea de lo salvaje: ¿cuán civilizada es la civilización? ¿A qué ámbito pertenecen los animales? ¿El amor consiste en poseer y cuidar, o en dar y dejar?
La historia de Misterio se basa en un hecho real, que surgió en una conversación entre Imbert y uno de los productores de la película, Fabrice Denizot, quien le contó la historia de un padre que le regaló un cachorro a su hija sin advertir que, en realidad, era un lobezno. El animal se llamaba Misterio, y ese mismo nombre quedó para el lobo de la ficción.
El elenco de esta producción francesa de 84 minutos se completa con Marie Gillain, Tchéky Karyo y Eric Elmosnino.
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