La chica de Oslo (The Girl From Oslo, Bortført), que se estrenó el 19 de diciembre y ya está entre las ficciones más vistas de Netflix, cuenta la historia de Pía Bakke (Andrea Berntzen), una muchacha noruega que viaja a Israel para pasear con amigos, los hermanos Noa y Nadav Solomon (Shira Yosef y Daniel Littmann), y termina secuestrada por ISIS. Mientras el gobierno de Noruega se niega a acceder a la petición del grupo terrorista —a cambio de los rehenes, exige la libertad de un grupo de detenidos—, Alex (Anneke von der Lippe), la madre de Pia, que es diplomática, viaja a Medio Oriente para lanzarse a una búsqueda desesperada, ayudada por Arik (Amos Tamam), un antiguo amor que en el presente trabaja con la inteligencia israelí.
Si bien los creadores y directores de la serie noruego-israelí, Kyrre Holm Johаnnessen y Ronit Weiss-Berkowitz, han grabado una ficción, el verosímil se nutre de hechos reales entretejidos en la trama. Centralmente, de tres: los Acuerdos de Oslo de 1993; el secuestro, 20 años más tarde, de la pediatra noruega Ingvild Selvik Ask, quien viajaba por Sinaí con el ciudadano árabe-israelí Amir Omar Hassan; y las críticas a Benjamin Netanyahu por la liberación de 104 detenidos.
En el primer episodio se escucha la voz de Bill Clinton que dice: “Hoy hemos sido testigos de un acto extraordinario en un día decisivo para la historia”. El entonces presidente de los Estados Unidos anunciaba que Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) habían firmado un pacto para dedicarse durante los cinco años siguientes a diseñar una solución permanente en el conflicto palestino-israelí. Los representantes habían sido Mahmoud Abbas por la OLP y Shimon Peres por el gobierno israelí, aunque la foto que pasó a la historia muestra a Yasser Arafat y a Yitzhak Rabin estrechándose la mano delante de Clinton.
Alex y Arik se conocieron, precisamente, durante este proceso de paz avalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que se creó la Autoridad Nacional Palestina. Otra ficción de 2021, Oslo, de HBO, se ocupa también de la historia de estas negociaciones. Pero la ilusión de terminar con el conflicto en Medio Oriente se desvaneció siete años más tarde, cuando fracasó una cumbre en Camp David: comenzó la segunda intifada e Israel volvió a tomar partes del territorio que habían sido destinadas a los palestinos.
La segunda historia real en la que se inspiró este thriller internacional fue el secuestro de una ciudadana noruega y un ciudadano de Nazareth por ISIS: exactamente el centro de la trama de La chica de Oslo. La médica pediatra Selvik Ask, que entonces tenía 31 años, y su compañero de viaje, Hassan, de 26, viajaban en un taxi por la costa del golfo de Áqaba, desde Taba a Dahab, en Sinaí, Egipto, cuando fueron interceptados. Una banda de beduinos asociados a ISIS los capturó y pidió a cambio de los rehenes la libertad de un grupo de detenidos en Israel. No obstante, tal como había sucedido poco antes con una pareja de británicos, Selvik Ask y Hassan fueron liberados por sus secuestradores.
Por último, en la serie las autoridades noruegas no quieren negociar con los terroristas. Para subrayarlo, el guion hace que todos los miembros del gabinete coincidan de manera unánime en que no repetirán “los errores de Netanyahu”; y uno de los ministros profundiza y señala que el 40% de los liberados por el ex primer ministro de Israel en el contexto de un acuerdo de paz volvieron a tomar las armas. Netanyahu, quien se opuso a los acuerdos de Oslo y se destacó por su posición dura ante el conflicto, en sus numerosos años en el poder (su primer periodo comenzó en 1996 y tuvo cinco, también fue ministro y líder de la oposición) liberó a 104 palestinos, lo cual le ganó críticas.
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