En víspera navideña, Dickinson le dice adiós a la poeta más brillante del siglo XIX entre un abrazo a la sexualidad, la hermandad y lo hermoso de la imaginación. La creación de Alena Smith para la televisión se estrenó en 2019 y, con tres temporadas, cerró el último volumen de una inteligente comedia sobre Emily Dickinson, el rostro del que se conoce tan poco con apenas dos fotografías y se sabe tanto a través de su poesía, cartas y recetas de cocina.
La imagen de esta poeta estadounidense ha sido moldeada al gusto de escritores, historiadores y personas que fueron cercanas a ella desde el descubrimiento de un baúl repleto de poemas y correspondencia que guardó su hermana, Lavinia, al negarse a cumplir su último deseo de muerte: quemarlos hasta que fueran cenizas. Soltera, fatalista y sufriendo en secreto por un hombre de identidad desconocida, son algunas de las características que se le atribuyeron desde la academia… Y que, a la fecha, resultan muy poco exactas (aunque de exactitud se carece en su historia) para describirla.
En un intento por descubrir a Emily desde su arte poético y sus relaciones personales, Smith escribió este proyecto en tres partes que engloban distintas etapas de su vida en Amherst, Massachusetts, lugar donde nació, creció y murió. Quizá el aspecto más importante y llamativo de esta mujer que fantaseaba con la muerte era el amor más puro que sentía hacia Susan Gilbert, de cariño llamada Sue en la serie, y Susie en sus poemas. Las estrellas Hailee Steinfeld y Ella Hunt son claves para llevar esta indudable química más allá de los escritos más queer que sobrevivieron en el tiempo.
Emily Dickinson conquista su libertad
La tercera temporada de Dickinson se lanzó a través de Apple TV+ con estrenos semanales que hicieron emocionar a su audiencia que esperaba una despedida hecha a la medida, con la confianza depositada en la guionista y un talentoso elenco detrás de los personajes. El último episodio titulado “This was a poet-” es un cierre que nos adentra en el mundo que Emily creó sin la necesidad de salir a conocerlo realmente con sus propios ojos. Steinfeld brinda su mejor interpretación en un rol al que se acercó desde un inicio con su sentido del humor y personalidad vibrante.
Al final, solo la acompaña en su cuarto la modista Betty, quien antes había despreciado su poesía por tener otros problemas en mente como estar lejos de su esposo y criar sola a su hija en un país racista, sin embargo, decide enmendar este error al ayudarla a diseñar un vestido especial. Este intento de hacerse suya ella misma en lo personal, físico y hasta para vestir, es una idea que se sintió a lo largo de los capítulos de la temporada final. Emily Dickinson es libre: escribe poemas y los comparte, grita, tiene sexo y usa la ropa que ella misma crea.
Cuando Betty se va, no queda nadie más en este espacio que finalmente decide también hacer propio: su famosa habitación se convierte en el origen de su imaginación para continuar escribiendo. Ni su querida hermana o su adorada Sue están con ella en estas escenas finales, una referencia a estos últimos años de su vida en los que ella pasó gran tiempo encerrada y comunicándose mayormente a través de poemas y cartas, sobre todo para la mujer que, se presume, amaba con ternura y pasión.
Luciendo el vestido blanco que plasmó en un papel, se piensa a sí misma en una playa, juega con su querido perro Carlo, entra al mar y cruza la marea hasta encontrarse con una roca plagada de sirenas (un guiño al deseo lésbico), todo ello acompañado de los últimos monólogos leídos de la actriz, algo que definitivamente puso un sello de estilo inolvidable a esta producción. Una música moderna salida de otra época suena otra vez y ella sigue navegando.
Todos los episodios de Dickinson están disponibles para ver en la plataforma Apple TV+.
SEGUIR LEYENDO: